viernes, 24 de junio de 2011

Los cinesaurios de Villahermosa




Yo nací -¡respetadme!- con el cine.
Rafael Alberti
Convertidos en supermercados, tribunales de justicia y hasta velatorios, los antiguos cines de Villahermosa añoran el resplandor de sus marquesinas, las filas enormes que provocaban sus estrenos y la vocación que ejercieron como entretenimiento familiar.

Dinosaurios de leyenda, sus restos no han podido borrar el mito que construyeron, a pesar de sus descarapeladas paredes o el cascarón vacío de sus salas.

“A los cines de Villahermosa les tocó un apogeo que tiene que ver mucho con la época de oro de las cintas mexicanas; desafortunadamente ahora están en vías de extinción”, reflexiona Daniel Reyes Medina, quien realizó un documental para rescatar ese periodo.

El primer cinesaurio fijo del que se tiene memoria fue El principal, en cuyo sitio había estado antes el Teatro Merino, donde por cierto se proyectaron algunos cortos silentes en diciembre de 1903, a cargo del doctor Enrique Taylor.

No obstante, correspondió al jardín de Juárez, el honor de haber sido el primer lugar donde se efectuaron las primeras exhibiciones cinematográficas con los cortos de los hermanos Louis y Gustave Lumiere, y de la Compañía Pathé.

Lejos estaba sospechar siquiera la desaparición de esos gigantescos espacios dedicados a la fantasía, la aventura y la imaginación, que durante casi una centuria alegraron el corazón de niños, jóvenes y viejos.

"Era una empresa noble y con futuro", cuenta don Alberto Zurita Jiménez, dueño del Cinema Alberto, que estaba ubicado en la avenida Pagés Llergo casi esquina con Adolfo Ruiz Cortines.

La novedad que traía consigo el cine y los pocos espacios dedicados a la diversión familiar en la capital tabasqueña convirtieron estos galerones en lugares imprescindibles para los tabasqueñas, sin importar en un principio que fueran ricos o pobres, pues tanto a El Principal como a El Tropical, llegaban de todas las clases sociales, una vez apagada la luz lo único que importaba era lo que ocurría delante, en la pantalla.

Aún para quienes venían de fuera, de los municipios, se hacía necesaria una parada en estos centros de la diversión para efectivamente asegurar que se había viajado a la capital, pues la gran mayoría no contaban con uno.

Un de esas salas, incluso, cumplió labores sociales y humanitarias: el cine Juárez -ubicado frente al parque del mismo nombre, por el lado de lo que es hoy el estacionamiento de una papelería-, cuyo monto de sus entradas se destinaba a pagar una guardería infantil.

"Eran cines con personalidad, de toda la vida", apunta Antonio Cuesta Fernández, ligado al séptimo arte y a Tabasco desde hace décadas y creador del grupo virtual Críticos aficionados al cine.

El Principal estuvo ubicado frente al Parque Juárez y contaba con tres niveles divididos en palco, luneta y galería. Para ver alguna de sus proyecciones había que pagar en la taquilla 30 centavos.

Cuando el cácaro se equivocaba en algún corte o desenfoque, el público expresaba su enojo pateando el suelo de madera. Parecía que el cine se iba a desplomar porque su construcción era toda de madera, hecho que se debía a la bonanza de la capital tabasqueña en aserraderos.

Motivado quizá por el éxito de El principal apareció el Cineclub, punto donde actualmente está el velatorio del DIF Municipal. De las personas mayores con las que hablé, ninguno logró recordarlo, tal vez por su corta existencia. Pero don Rafael Domínguez en su libro Tierra Mía (Gob. del Estado, 1949), menciona que allí pasaban películas mudas “amenizadas con una orquesta”. Debió haber sido grande, sin duda, para que pudiera alojar una orquesta.

En 1943 abrió el Cine Tropical, perímetro donde actualmente se erige el Tribunal Superior de Justicia del Estado. Como ocurre con las novedades, cuando se abría una nueva sala en la ciudad, los cinéfilos se mudaban de inmediato para allá, olvidando un poco su primer amor. En el Tropical, además, daban los viernes un programa doble.

Las aglomeraciones que se formaban para entrar a la función semejaban un poco las que se armaban a la salida de las Iglesias, después de que los feligreses oían misa y comulgaban.

Incluso, tanto ir a misa como a una función, eran consideradas dentro de las actividades dominicales de los villahermosinos, como lo prueba el cinema Atasta, primer cine ubicado “fuera” de Villahermosa, cuando aún el pueblo no era devorado por la expansión urbana.

Su público estaba constituido por los feligreses que, después de celebrar las fiestas de San Sebastián o de oír misa, se quedaban a ver en familia alguna película. Actualmente en donde antes estaba ese galerón -Méndez, entre Reforma y cerrada de Abasolo- se localiza la taquería ‘El Niño’.
Según testimonio de Sandra Lanestrosa, sobrina del empresario Antonino Lanestrosa Cárdenas, primer dueño de los cinemas Tabasco 1 y 2, la inauguración de estas salas tuvo lugar en 1963 con la película Rey de reyes (1961). Actualmente se encuentra en el área de Castillo y Bastar Zosaya una empresa distribuidora de zapatos por catálogo.
Existieron aproximadamente más de 20 salas en Villahermosa, según se puede comprobar en los diarios de aquella época que anunciaban regularmente la programación.
Lejos estaba el tiempo de su decadencia o transformación en otro negocio que fuera más rentable. El ocaso fue ocasionado por la llegada de las videocaseteras, la crisis económica, los churros de fichares y las cadenas de multicinemas, que significaron el tiro de gracia para la pantalla local.


Paradójicamente algunos extendieron su agonía más tiempo porque metieron en su cartelera filmes pornográficos.

Los Tabasco 1 y Tabasco 2, por ejemplo, proyectaron al final de su existencia invariablemente cine mexicano en una de sus salas, y en la otra, películas para adultos, que fueron las delicias de jóvenes quesos y adultos retraídos.

"A estos cine se metían muchos petroleros recién bajados de los camiones en el boulevard Adolfo Ruiz Cortines, venian de sus campos de trabajo y entraban a las salas para quitarse la insolación, sin importar qué película estuviera. Ojo que ahí pusieron Gritos y susurros, de Bergman, y La ley del deseo, de Almodóvar", recuerda el investigador y académico Rodolfo Uribe.

Unicamente los cines Gemelos I y II, con capacidad de mil 400 y 600 butacas respectivamente, se han negado a bajar para siempre el telón. Ubicados en un extremo del parque de Atasta todavía ofrecen funciones con permanencia voluntaria, pero sólo proyectan cintas pornos. Recientemente en sus salas se celebró con películas a modo una campaña contra la homofobia y la prevención de enfermedades sexuales.

El cinesaurio que mantiene en pie su cascajo como una caravela varada en el tiempo es el Sheba, abierto en la década del setenta. El inmueble tuvo que ser recortado en los años ochenta a causa de la ampliación de la avenida 27 de Febrero, pero todavía se divisa imponente con sus paredes descarapeladas, su taquilla desierta y su marquesina ciega.

Se cierra el telón

Si a los cine populares les fue mal, no podría esperarse mejor suerte para la sala de arte Mario Moreno Cantinflas, una especie de precursor de los Cinépolis VIP. Era de sillones anchos y servían tragos, el cine etuvo ubicado frente a una reparadora de calzado, puntualiza el sociólogo Uribe.

Ni el cambio de nombre que sufrió -Publicinemas- para relanzarlo, lo salvó del polvo. Ahora, entre Méndez y Juan Alvarez, se ubica una casa de materiales de la construcción. La entrada costaba en los años ochenta cuarenta pesos.

Lo mismo pasó con el cine Galán, ubicado en la calle de Madero 910, cerca del mercado Pino Suárez. Allí se proyectó alguna vez ‘El arracadas’, con Vicente Fernández, antes de que cerrara y el solar estuviera abandonado por muchos años hasta que se construyó allí un banco.

Tampoco el cine Suárez 1, en la colonia Mayito, resistió mucho; ni las comedias sexys que pasaban en su sala ancha impidieron su defunción; actualmente funciona en la misma zona la estación de radio La Poderosa.

Don Alberto Zurita Jiménez, propietario del cine del mismo nombre, lamenta que nunca se haya hecho una unión de exhibidores de cine. “Cada quien jalaba por su lado”, dice resignado.

A mitad de los ochentas, cuando el panorama pintaba ya gris para la industria cinematográfica, se abrieron los cinemas Plaza I y II, adelante de Tamulté, donde actualmente se localizan unos cajeros automáticos.

Los cinemas Suárez 2 y 3, establecidos en Antonio Rullán Ferrer, a unos pasos de la zona Cicom, y el Cine Teatro de la Sección 44, asentado en pleno fraccionamiento Heriberto Kehoe, abrieron su taquilla en el año de 1986. 

Actualmente, el del sindicato petrolero es el único de los tres que sigue funcionando como teatro, y eso de vez en cuando.

El último cinesaurio en abrir fue el Tabasco 2000, en el año de 1990, en pleno auge petrolero y expansión de servicios en Villahermosa. Este estaba ubicado dentro de la plaza comercial Galerías Tabasco 2000. Duró ocho años y cerró sus puertas el 11 de junio de 1998.


De acuerdo a don Antonio Cuesta, el cinema Alberto todavía seguía funcionando en 2002, pues recuerda que en septiembre de ese año la cartelera anunciaba Señales (2002). "Probablemente cerró en el invierno de 2003", apunta.

Una ilusión noble

“Nunca pensé que iba a venir una cadena grande como Cinépolis que acabara con la industria en Tabasco”, evoca sobre aquella época don Alberto Zurita Jiménez, dueño del desaparecido cine que llevaba su nombre.

Fue un 23 de febrero de 1983, cuando don Jesús Alberto Zurita inauguró el cine Alberto, nada menos que con la película El bolero de Raquel, interpretada por Mario Moreno "Cantinflas" . El debut tenía un atraso de varios días porque don Alberto recuerda que las autoridades no les habían concedido el permiso a tiempo.

Antes de levantar el Cinema Alberto, su propietario menciona que el terreno era de puros acahuales.

A diferencia de los cinco o seis cines que funcionaban en la capital tabaquera, el Alberto proyectaba puras películas extranjeras, casi siempre taquilleras. Entre las cintas que causaron furor y enormes colas estuvieron Karate Kid (1984) y El Rey León (1994).

La sala abría todos los días y daba dos funciones, siempre con permanencia voluntaria. El domingo, cuando menos con una sola función, se ocupaban todas las butacas.

Pese a la elegancia del sitio decoradas paredes y butacas en un tono púrpura, el Cinema Alberto cerró en el año 1997, fecha que coincide con la llegada de las cadenas nacionales.

El empresario local cuenta que entró a la exhibición de películas gracias a la ayuda de su amigo, don Francisco Sumohano, a quien le llevaba la contabilidad del Cine Tropical.

-¿Cómo se le ocurrió poner un cine?
Yo conocí el negocio que tenía don Paco Sumohano (el Cine Tropical) y vi que era una empresa noble y con futuro. Así me vino la ilusión de tener el mío. Gracias a Dios lo logré, compré primero el terreno que era un cacahual. Cuando lo vio mi padre me dijo que estaba loco. Nunca pensé que iba a venir una cadenita grande como Cinépolis que acabara con la industria locales.

-¿Recuerda cómo fue la inauguración?
Fue con una película de Cantinflas. Entre los años 1997 y 1998 estuvo funcionando en menor escala y finalmente se tuvo que cerrar por incosteable.

-¿Cuántas funciones daban?
A las seis y a las nueve con una película de permanencia voluntaria.

-¿Se llenaba?
Si era buena la película, la gente se quedaba fuera.
-¿Recuerda algún taquillazo?
La del Rey león estuvo un mes y tuvimos un lleno completo. Ahora la gente busca películas de acción, las de amor ya pasaron a la historia.

-¿Era difícil conseguir las copias?
Cuando entraron las cadenas de cines, ellas tenían la preferencia con el distribuidor, además de que manejaban muchas salas y uno nada más una, así que nos daban las películas viejas.

¿Por qué no se aliaron para defenderse?
Cada quien jalaba por su lado.

-Una pregunta más, ¿y todavía va al cine?
Muy poco, no me gustan ver esas pantallitas chiquitas, mejor veo la tele, allí pasan películas nacionales de antaño.


*Agradezco a mi compa Angel Mario de la Cruz las fotos tomadas expresamente para este texto. La primera corresponde al Cine Sheba, en el centro; la segunda a los Gemelos 1 y 2, en Atasta.Y a él precisamente dedico el post.

** La base medular de este texto apareció publicada el 27 de febrero de 2007, en la sección cultural del diario Tabasco HOY. Luego he ido añadiendo datos y cosas hasta ser irremediablemente lo que es: un esbozo o pincelada de esos viejos cines que alimentaron la choya de generaciones de niños que hoy son adultos y ya no van más al cine o van pero de otro modo, no como antes, es decir, van a comer palomitas y totopos como familia o como novios, pero ya no ven la película.