domingo, 9 de febrero de 2014

El libro que seduce a una intelectual


La primera ve que oí hablar de los Relatos de un peregrino ruso  fue en otro relatos relatos, los de Franny y Zooey, del reticente escritor, J. D. Salinger.

Este libro junto con Levantad la viga carpinteros del tejado y Seymour una introducción, son las obras menos conocidos del autor neoyorquino, cuya única novela, El cazador oculto, y los Nueve cuentos, gozan de gran popularidad. El par de relatos casi secretos agregan nuevas anécdotas sobre la familia Glass, una de las estirpes literarias más afamadas de la literatura.

Franny,  la menor de los Glass, es mostrada en toda su desnudez en una crisis: no desea continuar la universidad. Su repulsión académica casi patológica tiene el grado de intensidad que el del otro adolescente salingeriano: Holden Caulfield.

Tirada en un sofá muy cómodo, por cierto, y condenándose a no probar bocado, se pasa los días enteros en el piso de la familia, sin hacer nada, lanzando anatemas contra la academia y ocultándose del mundo.

En algún momento surge la historia del peregrino. Parece que Franny roba los Relatos de la habitación sellada de su hermano mayor, Seymour cuya vida aparece contada en Levantad la viga carpinteros del tejado y Seymour, una introducción.
Una vez devorados esos relatos, porque los Glass no leen sino devoran libros, Franny cuestiona sus deseos: o renuncia al arte y se abandona a una vida menos sofisticada o se entrega a éste con todo lo que de aplausos y farsa implica. Es obvio que se trata de una historia de iniciación, como la llaman los entendidos.
La aspiración de una vida sencilla florece ¡nada menos que en Nueva York!, esa ciudad que el poeta mexicano Francisco Hernández llama “Nuestra Señora de la Demencia”. El retiro que tienta a Franny preludia el que Salinger cumplirá en New Hampshire.
Bastante tiene de quijotesco dejarse llevar por un libro. La influencia de Cervantes se palpa muchas veces en las novelas inglesas. En La conjura de los necios, de John Kennedy Toole, el personaje principal, Ignatius Reilly, es espoleado por los tratados de Tomás de Aquino y Boecio para querer cambiar el mundo “carente de geometría y buen gusto”.

Franny sentirá el ramalazo de las historias del peregrino en su propia vida, pero su periplo es interior, nunca saldrá de las cuatro paredes del cómodo departamento donde apenas si asoman la cabeza su hermano Zooey, y la madre de ambos, la diminuta y amable señora Glass.
¿Qué ve Franny en Relatos de un peregrino ruso que le mueve el piso? Su propio espejo: Otro ser tocado por un libro. Las correspondencias crean simpatías que ayudan a entender la propia ruta.

El mujik, después de haber perdido a su familia en un incendio, se enfrenta al sinsentido de la existencia. Franny también ha perdido hace tiempo a su hermano mayor, Seymour, pero el peso de esa influencia aún ronda en la casa. El mujik recorrerá a pie la enorme estepa rusa, con tan solo una alforja de pan y La filocalía, una colección de textos escritos por starters. De nuevo, aquí un libro que es guía, luz, alumbramiento. El viaje de Franny sólo es interior, pero también tiene bajo el brazo Relatos de un peregrino. El pobre labrador interroga a la gente con la que se topa para que le digan cómo orar con el corazón, es decir, como hacer lo que más le gusta en la vida, sin renunciar a ella y sin que ésta lo abrume. Franny interroga a su hermano Zoe, a los libros y la vida ejemplar de Seymour para resolver su dilema. Lo esplendoroso es que el peregrino va trazando una vida esplendorosamente sencilla mientras busca la o las respuestas.

Mucho hay de espíritu kierkeergardiano, de Lo uno o lo otro, de mas que importar qué se elige, valga que se escoja con todas las fuerzas, con toda la fe que precisa orar desde el corazón o actuar en un escenario con unos cuantos espectadores o bolearse los zapatos aunque en el programa radial nadie pueda ver el brillo.

Como si lo espiritual, en las seculares artes o la zona sagrada de la fe, deviniera en acción y honestidad. Algo que parece imposible de empatar en las ciudades atestadas de rebaños humanos, mercadotecnia tomada como ideología y monólogos impuestos como diálogos en las academias y artes.
Franny comprende muy bien la lección del peregrino ayudada por su hermano Zoe. Probablemente, éste sea el eco de Salinger para reafirmar que poco importan los gestos de alguien, su presencia o alejamiento, su fidelidad o traición, su congruencia o locura. Lo que cuenta es la energía con la que se entrega a todo eso para entretener a la señora gorda, varicosa, pegada al radial, que nunca nadie conocerá.