martes, 30 de octubre de 2012

Historia de dos ciudades



Un aprendiz de novelista imagina la historia de una civilización cuya norma inflexible consistía en expulsar a cualquiera de sus hijos a la más mínima provocación, sin derecho a juicio. 

Pasarse un alto, llegar tarde al trabajo, decir una mentira piadosa a la mujer, eran razones sobradas para el exilio. 

En el desierto los desterrados vivían cada uno a su manera, sin más ley que la de su fuerza y la que le permitieran sus vecinos, al principio distantes cada uno.

Conforme los nómades rebeldes comenzaron a aumentar, las vecindades se fueron estrechando, generando con ello más caos y anarquía.

El aprendiz de novelista detalla en cada capítulo las crueldades de los dos mundo: el de los civilizados que van menguando en cada página, y el de los inadaptados que se multiplican como conejos. 

Al llegar al capítulo final, el aprendiz de novelista es aprehendido y echado a una mazmorra. 

Sin saber cuántos días o meses transcurre encerrado, es finalmente liberado. Sus ojos tardan en acostumbrarse a la luz enceguecedora del desierto.

De golpe se da cuenta que ha sido desterrado para siempre del mundo que creía suyo. 

Los rostros bestiales y los gritos salvajes de sus vecinos no lo dejan pensar más.


Este texto está dedicado al maestro Jorge Priego Martínez, fino amigo y lingüista nato.