lunes, 29 de agosto de 2011

Las mujeres de Prudencio





La pintura de Prudencio Pérez está traspasada por la luz. No me extraña viniendo de un artista seducido por el movimiento.
Con la paciencia y prudencia de un artesano imprime una trayectoria a sus composiciones a través de contrastes y veladuras.
Sus cuadros que discurren entre lo geométrico y lo figurativo tratan de asir esos momentos remotos, esos instantes donde el tiempo parece dilatarse en un gesto que bien podría significar la añoranza.
Es decir: Lo que pudo haber sido y no fue, como las máscaras que caen a los pies de su modelo semidesnuda en el óleo precisamente llamado Añoranzas.
La realidad siempre evasiva, haciéndose invisible: Prudencio lo sabe, por eso el símbolo de la máscara se hace presente en las Huellas del tiempo.
Si en el óleo “El descansar del tiempo”, el antifaz encarna las angustias del sueño pobladas de cobaltos, en “La escultura” se materializa en la dualidad que encarna el deseo creador.
En muchos cuadros sus seres se niegan a asumir el aquí y el ahora, ajenos a los trabajos de los días, por esta razón los vemos siempre imaginando otros mundos, en un estado de ensoñación. La experiencia de la creación los pone en el camino de la pura dicha: el transcurrir lejano.
Prudencio es de los pocos artistas locales que en sus cuadros deja evidencias contundentes de sus obsesivas reflexiones entorno al acto creador. Uno lo comprende con la serie que dedica a las artes, empezando, por supuesto, con la suya, la pintura: mirada femenina y sensible para dar a luz, luz.
No hay obra surgida de las manos, trátese de la dama que toca el chelo o de las que dan contorno a la boca delicada del jarro, que no exprese fascinación por las líneas, en especial la curva, enmarcada siempre en una vertical que actúa como eje de sus composiciones.
En esto difiere de su compañera de grupo plástico -Círculo 21-, Xóchitl Balcázar, para quien el cuerpo femenino fue una partitura marcada de dolores: Prudencio evita el tormento.
Sus figuras edénicas y alargadas no alcanzan el erotismo, la transgresión y voluptuosidad de las ninfas de Edén García, pues nunca se alejan del jardín de la inocencia.
“La música”, “Las alfareras” y “Las tres edades” logran una madurez esperada para alguien que comenzó hace tiempo en el Taller Independiente José Clemente Orozco, del legendario Jorge del Moral, aunque sospecho que fueron sus conocimientos de agrónomo los que más le sirvieron para descubrir los matices y secretos del arco luminiscente.
Falta ver lo que hará Prudencio cuando domine la figura humana y las proporciones, con ese color que ya es una identidad en su trabajo artístico.

Agradezco a la pintora Sammy Medina Ramírez las observaciones y comentarios hechos a este texto, el cual está en deuda con ella.

miércoles, 24 de agosto de 2011

martes, 23 de agosto de 2011

Pietra

Una piedra es una campana
0 un pedazo de risco
donde las sirenas cantan.

El camino:
música extraña.

viernes, 19 de agosto de 2011

jueves, 18 de agosto de 2011

Humores

El genio de un hombre se comprende mejor por lo que come a su mesa.