sábado, 19 de junio de 2010

Todo será posible, menos llamarse Carlos


("Todo será posible, menos llamarse Carlos". Con este verso de Pellicer se puede comenzar a hablar ahora de Monsiváis: de sus logros y legado. Uno muy valioso en el plano netamente literario fue reconocer bien pronto el trabajo poético de José Carlos Becerra. Un día de mayo de 2008, me concedió generosamente una entrevista para hablar de su amistad con el tabasqueño. De él, dijo: "José Carlos es un amigo cuya calidez, cuya inteligencia, siempre se extrañará". De "Monsi" se puede ya decir lo mismo: "Siempre se extrañará")


Al cumplirse* 72 años del nacimiento del poeta José Carlos Becerra Ramos, Carlos Monsiváis sigue recordándolo como “una figura importante” en la historia de la poesía mexicana del siglo XX, pero sobre todo, como “un amigo cuya inteligencia siempre se extrañará”.

Entrevistado vía telefónica a su casa de la colonia Portales, en Ciudad de México, en vísperas del 72 aniversario del poeta tabasqueño --nacido un 21 de mayo de 1936--, el cronista de cronistas no duda en evocar sus tiempos de amistad con quien le llevaba dos años más de edad (Monsi nació en el 38).

“Yo fui amigo de José Carlos un buen tiempo, precisamente cuando él desistió de estudiar arquitectura y pensó que tenía que entregarse por entero a las letras”.

La memoria de Monsi es precisa al recordar un viaje que hicieron juntos a Comalcalco, una ciudad a 50 kilómetros aproximadamente de Villahermosa, capital del estado de Tabasco, acompañados nada menos que de otro poeta, don Carlos Pellicer Cámara.

“Lo acompañé, incluso, con el maestro Pellicer, a Comalcalco, en una visita de truenos y versos que todavía hoy recuerdo... Además, José Carlos me hizo el honor de dedicarme uno de sus poemas, 'El halcón maltés', ahí entre las discusiones sobre la poesía versicular y el apasionamiento político que lo distinguió”.

Para el autor de Días de guardar, Amor perdido y Escenas de pudor y liviandad, querer a esa calidez tropical que era José Carlos no fue nunca complicado.

“Fui aprendiendo a conocerlo mientras hablaba de las señoritas Calcáneo, de su parentesco con Carlos Madrazo y de su entusiasmo por la Villahermosa de las tarjetas postales”.

Monsiváis fue testigo también del crecimiento del tabasqueño como poeta, hasta el grado de incluirlo en su versión actualizada de la Poesía mexicana del siglo XX como una de la voces imprescindibles de los sesenta, cuando ya Becerra cumplía nueve años de ausencia.

“Fui testigo de cómo se fue radicalizando en su lenguaje poético, y cómo aprovechó perfectamente las lecciones de Pellicer, de la poesía francesa y, sobe todo, de la última etapa de José Lezama Lima”, evoca Monsi.

Por eso tampoco olvida la mala noticia que recibió a finales de mayo de 1970, cuando se enteró de que el poeta había muerto en Brindisi, Italia.

“Yo estaba hospedándome en Londres, junto con Hugo Gutiérrez Vega, cuando nos llegó la noticia de su muerte, y fue una sacudida emocional y una pérdida literaria enorme”.

A la distancia, Monsi no vacila en señalar que Becerra ha sido una feliz influencia para los jóvenes escritores de su generación y la siguiente.

“Ahora pienso que los jóvenes lo leen, ¿de qué manera traslucen esa lectura en lo que escriben?, no podría decirlo, pero sí creo que Becerra es una figura muy importante y es un amigo cuya calidez, cuya inteligencia, siempre se extrañará”.


*Esta entrevista fue publicada en el diario Tabasco HOY, el 20 de mayo de 2008, como un aporte especial de su sección cultural expresión! para acompañar a la semana que la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco dedica año con año al poeta tabasqueño.



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