Ciudades como Nagoya y Osaka, en Japón, o Buenos Aires, en Argentina, cuentan con alguna obra monumental suya.
En México, la más famosa de todas, es la “Cabeza de caballo”, mejor conocida por la gente como “El caballito” --en alusión a la escultura de bronce de Carlos V que ocupó el mismo sitio, en avenida Reforma y Burcareli, en la capital mexicana.
Las placas de acero recubiertas de esmalte amarillo, rojo, azul o morado, sobresalen entre los edificios modernos y las vías transitadas de cualquier megalópolis donde se integra alguna pieza suya.
El artista, oriundo del estado norteño de Chihuahua, ha hecho una centena de obras monumentales, más no por eso ignora cuántas y en qué lugar.
Cuando se le comenta que en Villahermosa, capital del estado sureño de Tabasco, existe una de sus esculturas, rebate a contragolpe.
“No, no, hay dos, no una, la primera es la Clave morada, y la otra es una escultura grande de 20 metros que tiene forma de antorcha y que está por la Unidad Deportiva”.
Sebastián, cuyo verdadero nombre es Enrique Carvajal, cuenta cómo llegó al moderno fraccionamiento de Tabasco 2000 la esbelta escultura.
“Creo que es una cuestión de gobierno, se las prestaron o se las dieron en comodato, no sé muy bien, por parte de la Secretaría de Hacienda, pues es uno de mis pagos en especie, eso es lo que creo”.
En México los artistas plásticos pueden pagar sus impuestos mediante "especies", es decir, entregando parte de sus obras al fisco para ser bienes de la nación. En el Distrito Federal, incluso, existe un museo cuya colección se formó íntegramente por medio de este proceso.
"Clave morada parte del diseño de una llave imaginaria, una llave con una clave para abrir, por eso tienen la forma de una llave y por eso se llama así”.
El miembro del World Arts Forum Council, con sede en Ginebra, señala la característica esencial de sus creaciones: “toda la obra mía está plagada de matemáticas y geometrías, es fundamental en ella, el hilo conductor de mi trabajo creativo”.
El hecho de que algunas de éstas se conviertan en símbolos o iconos de la ciudad no lo toma por sorpresa. “Es la condición de toda obra monumental urbana”.
El artista asegura sin ufanarse tanto: “Mis esculturas se han vuelto símbolos fundamentales de la ciudad, esto es la condición de toda obra urbana monumental: o la zona urbana se apropia de ella o la misma ciudad la convierte en símbolo”.
Eso mismo fue lo que le pasó a sus piezas “El caballito”, en Ciudad de México, o “La puerta”, en Monterrey, Nuevo León, una ciudad industrial voyante.
“Lo que lleva a una escultura a adquirir un significado son sus características: de ser abiertamente urbana, de ser una obra pública, de estar diseñada a partir de la raíz del medio donde se encuentra, que represente las tradiciones o las raíces del espacio”.
Para ilustrarlo mejor pone como ejemplo las obras que realizó en Japón. “Me pedían que yo hiciera un símbolo para la ciudad de Kadoma o la ciudad de Sakai; lo que hice fue reflejar lo ancestral y lo moderno. El símbolo de Kadoma ha sido históricamente el tsuru, una garza blanca, entonces lo que hice yo fue hacer una especie de poema escultórico como el hai kú japonés --de cinco, siete y cinco sílabas- de formas y volúmenes, para decir 'hai kú escultórico', que dijera casa blanca o tsuru”.
No obstante, el matemático también sabe que si una obra adquiere un nuevo sentido, algo tiene que ver el azar.
“A veces las obras son por azar, se ponen sin ningún sentido y adquieren --o se apropian del espacio--, una carga semántica por medio de la gente. Pero eso es también otra cosa. Una piedra, incluso, una piedra monumental en algún lugar, se puede convertir en un hito, en un ícono de carga semántica de un espacio urbano”.
Está por verse si "Clave morada" se convierte en un ícono, ya no digamos de la capital tabasqueña, sino al menos de esa moderna zona.
Foto: Pieza "Clave morada", por Sebastián, ubicada en el fraccionamiento Tabasco 2000, en Villahermosa, capital del estado de Tabasco. (Cortesía de Pedro Zapata Flores)
*Una versión de esta entrevista fue publicada en el diario Tabasco HOY el 31 de julio de 2009. La charla se hizo por teléfono muy temprano, a su oficina en Ciudad de México.
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