viernes, 17 de septiembre de 2010

Pintora rebelde y académica: Leticia Ocharán


La obra de Leticia Ocharán (1942-1997) que no fue destruida en Tabasco por las ocurrencias de los gobernantes estatales, se encuentra repartida entre particulares y la colección Fondo Tabasco --pinacoteca que apoyó con entusiasmo para su fundación.

“Se desconoce su obra porque ella vino pocas veces a la entidad, vivía en la Ciudad de México y sólo venía como jurado o como invitada para alguna exposición, que frecuentemente ocurrió durante el periodo de gobierno de don Enrique González Pedrero”, cuenta el poeta Ramón Bolívar.

Él la conoció personalmente en el Valle de México, a través de otro paisano, el artista más destacado del dibujo en la entidad, Fontanelly Vázquez Alejandro. Tanto Fonta como Leti tomaban cursos de grabado en metal, en la Escuela Nacional de Artes Plásticas.

De esos encuentros, Bolívar tiene una imagen diáfana de Ocharán. “Tenía un carácter de maestra, pues siempre estaba enseñando cosas a la gente, era una de sus características; la otra, que era una persona muy simpática y sencilla”.

Tal vez fueron esos dones los que la llevaron a ser la única mujer en presidir la Asociación Internacional de Artistas Plásticos (AIAP-Unesco) hasta su muerte, ocurrida el 23 de octubre de 1997. El colectivo había sido dirigido anteriormente por el muralista David Alfaro Siqueiros.

Desde esa tribuna y del Salón de la Plástica Mexicana, de la que era miembro, aprovechó para defender el derecho de autor del artista y la exención de impuestos a toda obra de arte.

“Siempre que tuve el momento de compartir con ella, casi toda la charla era alrededor de la plástica o sobre el arte, Ocharán estaba siempre inmersa en eso, era una mujer profundamente entregada a su oficio”.

Su activismo la empujó también a viajar por el mundo y a participar en foros organizados por la UNESCO, organismo al que incluso llegó a donar algunas obras suyas.

A la colección Fondo Tabasco regaló una serie abstracta sobre la poetisa novohispana Sor Juana Inés de la Cruz, que todavía se conserva bajo custodia de dicho centro (no así su mural "Nuestros orígenes", pintado en unos de los pabellones del antiguo Parque La Choca, y que fue destruido en el periodo del gobernador Roberto Madrazo Pintado).

“Viajaba muchísimo, uno de sus últimas salidas fue a Japón, Puerto Rico y los países sudamericanos, esto la ayudaba a retomar influencias de otras culturas; su inquietud la hacía moverse mucho, además tenía un intercambio permanente con la gente joven con la que de inmediato se conectaba”.

Su taller ubicado por la Unidad Plateros parecía un espacio renacentista, lleno de pinceles, lienzos y esculturas.

“Sin duda fue una mujer combativa, dispuesta a participar en lo que tuviera que ver con el arte, en los movimientos sociales”.

Sus exposiciones individuales en galerías como el Polyforum Cultural Siquieros, la Escuela Nacional de Artes Gráficas, el Salón de la Plástica Mexicana, el Instituto Francés de América Latina y el Museo Nacional de la Estampa, muestran que abarcó todas las técnicas con un entusiasmo de joven rebelde: grabado, dibujo, óleo, acuarela, mixtas y dibujo.

“Ocharán hay que ubicarla dentro de la tradición de los grandes dibujantes que ha tenido Tabasco, desde Luis Arenal pasando por Fontanelly hasta Ricardo García Mora”, acota Bolívar.

El arte experimental a través del performance, la poesía visual y lo digital no escapó a su ingenio. “A ella se le conoce como pintora abstracta, pero al final de su vida comenzó a trabajar en la computadora, cuando ésta todavía era algo raro, yo recuerdo que hizo impresos en computadora, creo que fue de las primeras pintoras mexicanas que trabajó en esto”.

De sus viajes al oriente salieron muchas series de dibujos y grabados en un estilo delicado y sensual. De su lucha social, óelos y grabados de trazo duro y figurativo.

“Ella hacía de todo, yo vi cosas en cerámica extraordinarias. Si tuviera que definir a esta tabasqueña extraordinaria, diría que era una artista académica pero a la vez muy libre y moderna”.


Este texto está dedicado al maestro Gustavo Piedras

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