domingo, 16 de enero de 2011

Augusto Escobedo, el escultor en Villahermosa






Las obras que realizó el escultor Augusto Escobedo (1914-1995) en la ciudad de Villahermosa y Cárdenas, en el estado sureño de Tabasco, corresponden al periodo en que éste más se dedicó al arte público, según la crítica de arte Raquel Tibol.
La iniciación autodidacta de Escobedo alcanzó su apogeo en 1956, con una actividad fulgurante que comprendió la elaboración de próceres nacionales.
No obstante, este apogeo no constituirá la cúspide de su carrera como escultor, pues a principios de los años setenta se revientó a sí mismo a través de piezas abstractas y sensuales, en ónix y mármol.
Ciudades mexicanas como Gómez Palacio y Lerdo, en Durango; o urbes extranjeras como Kansas City, cuentan con piezas hechas por su mano, en bronce o piedra .
“Fue un hombre que siempre estuvo muy activo, pero después se refugió en Cuernavaca y ya no tuvo mucha presencia, cuando menos en las galerías, aunque siguió trabajando de manera intensa e interesante”, puntualiza la especialista en arte y autora de monografías dedicadas a Diego Rivera, José Clemente Orozco y David Alfaro Siquieros, entre otras.
En la capital tabasqueña y en el municipio de Cárdenas, perteneciente al mismo estado, Escobedo levantó seis esculturas que corresponden a la primera época en que se dedicó casi por completo a las obras cívicas.
La mayoría de éstas bien puede entrar en lo que Germán Rubiano Caballero apunta en su libro La escultura en América Latina sobre los trabajos de algunos discípulos del escultor Francisco Zúñiga, entre los cuales incluye a Escobedo: "Esculturas ajenas a la historia y la política, aunque dentro de las reglas del nacionalismo".

La Fuente de los Niños Traviesos; El atleta; El zapateado; la Fuente de los Pescadores y El caballito de Gregorio Méndez, fueron inauguradas durante el periodo del gobernador Carlos A. Madrazo Becerra (1959-1964), que impulsó mucho el trabajo de Escobedo en la capital tabaqueña. También realizó la escultura de don José Eduardo de Cárdenas, en la intersección de esa ciudad con Comalcalco y la capital tabaqueña.
De los cinco cuerpos escultóricos, sólo dos no conservan su ubicación original: La Fuente de Los pescadores, que estaba primero en avenida Ruiz Cortines y José Pagés Llergo, antes de ser trasladada a la llamada Plaza de la Revolución, en Tabasco 2000; y la estatua ecuestre de El Caballito, dedicada al héroe decimonónico que luchó contra los franceses, el coronel Gregorio Méndez, la cual fue colocada en un principio en el cruce de las avenidas Paseo Tabasco y 27 de Febrero, antes de dominar la intersección de Gregorio Méndez y 27 de Febrero.
“Las razones de su mudanza obedecieron a que entropecían la vialidad”, recuerda el arquitecto Víctor Manuel de Dios Olán, autor de una investigación inédita sobre el espacio arquitectónico de la ciudad.
De Dios Olán también rememora que, en los años ochenta, el escultor Escobedo visitó de nuevo Villahermosa, y él aprovechó para preguntarle sobre "algunas inexactitudes" que había hecho en la representación del héroe tabaqueño, a lo que Escobedo se limitó a decirle "que siguió las instrucciones del entonces gobernador Carlos A. Madrazo Becerra".
El tema vernáculo de sus esculturas se constata en la Fuente de Los pescadores, que recrea el esfuerzo de cuatro hombres al sacar sus redes del agua, de donde brincan generosos peces vela, ilustrando no sólo la lucha por la vida sino también el trabajo del hombre en equipo (algunos críticos locales se quejan de que sus animales no correspondan a la fauna de la región, pero si se trata de una obra de arte, ¿se le puede pedir exactitud?).
En la fuente de Los niños traviesos, el tema es la infancia y la armonía con la naturaleza, el goce que representa para once niños el disfrute con el agua y las criaturas voladoras. Una imagen muy habitual en sus respresentaciones escultóricas por esa época (en 1960, donó al Frisco Youth Center, en Texas, la escultura Las hermanas, donde dos niñas juegan traviesas con el agua).
Más vernácula es la pareja de bailadores ataviados con sus típicas ropas en el conjunto escultórico El zapateado.

La sensualidad de los cuerpo en su esfuerzo para obtener el alimento del mar o, sencillamente, para conseguir la victoria se trasluce en El atleta y la fuente de Los pescadores.
Al respecto, Raquel Tibol confirma: “Tenía mucha sensualidad en el tratamiento de las formas e inventó una manera escultórica que en otros lados se hace pero que en México él era de los pocos en trabajarla, que consistía en elaborar esculturas que no bastaba con ver por fuera, había que meter la mano, eran por decirlo así esculturas penetrables, palpándolas se descubrían las formas, pero era preciso irlas tocando”.
Las partes de las manos, pies y sentaderas de los infantes en la Fuente de Los niños traviesos quedan escondidas entre el agua, como si invitaran también a meter la mano en el líquido.
“Es un escultor que hace mucho tiempo no se le ha vuelto a mencionar, que merecería una revisión de su trabajo porque es muy creativo, no sólo en la figuración con personajes populares, sino de abstracción lírica, de carácter muy sensual y hasta yo diría sexualizada”, concluye.
Si es verdad que hay obras que llegan a formar parte del paisaje, integrándose a él de modo que no haya diferencia, como propone el escultor Sebastián, sin duda que la Fuente de Los niños traviesos es la que más se acerca a esa historia colectiva e imaginaria de los villahermosinos.

Las fotos de las esculturas de Augusto Escobedo fueron tomadas por Angel Mario de la Cruz de la Cruz, a quien agradezco el detallazo de facilitarlas para dar sentido a este post.

lunes, 20 de diciembre de 2010

Fotografías sin etiquetas: Alonso Castillo




Con 16 años de experiencia en foto documental, José Alonso Castillo Rivera advierte contra la visión que hace tabla rasa de la fotografía mexicana y el discurso realista.

“A la foto se le ha pedido ser muy mexicana, que mantenga ese realismo que se planteó como base”.

El editor de la revista electrónica y agencia fotográfica f asegura que este estereotipo ha borrado los otros géneros de la fotografía mexicana al menos en el extranjero.

“Si uno hace una foto que no corresponde con esos estándares de realismo mágico, no le creen a uno lo de fotógrafo mexicano”.

El riesgo, evalúa el fotodocumentalista, es que la imagen prefijada acabe volviéndose un cliché, “que nosotros mismos como sociedad alimentamos, por eso hay que buscar nuevas formas y temas”.

La carrera fotográfica de este sonorense comenzó persiguiendo decenas de grafitis de su ciudad natal, en Hermosillo.

"Sin tener mucha orientación del trabajo documental, pero sí con la intención de construir un registro y una estética”.

Precisamente, el ojo de su Cannon se siente a gusto enfocando expresiones de vida cotidiana, que buscan establecer las conexiones entre ciertos hechos.

Los grafitis le interesaron justamente por ser “una manifestación popular muy auténtica, desde adentro de la gente”.

Las conexiones que establece el azar suelen ser muy sorprendentes. En uno de los grafitis captados se leía con letras enormes: “¡Viva Carlos Salinas de Gortari!”, y abajo, en palabras más pequeñas pero reveladoras: “se vende esta propiedad” con el signo de pesos.

“Eso me parecían cosas muy auténticas que descodificaban la realidad”.

Su ars gráfica parte de “una idea o concepto para ser desarrollado a través de imágenes”, contrario a lo que considera como fotografía artística, la cual “muchas veces parece que carece de conceptos”.

El parámetro se convierte en una simple forma de ordenar y acometer un trabajo: comunidades down, niños de la calle, prostitución, migración en la frontera norte y sur.

“En mi caso, me llama mucho la atención la vida cotidiana, es un parámetro bastante general, lo admito, pero me interesa porque tiene que ver con prácticas culturales, sociales, el mismo registro de la actividad en su expresión más fina, la popular, la de la gente sin etiquetas, las personas de todos los días”.

Su primera exposición estuvo marcada por esta ruta: se llamó '500 años de resistencia cultural indígena', y le tocó fotografiar las caravanas de comunidades étnicas que, desde el norte de Alaska hasta el sur de la Patagonia, se reunieron en Teotihuacan.

“Comprendí mi interés en las relaciones sociales que se establecen entre grupos e individuos, reflejo de sus condiciones socioeconómicas, culturales y políticas. Todo lo que está en la realidad y hay que ir descodificando en una imagen”.

Contrario a lo que otros fotodocumentalistas piensan, este profesional ve el periodismo gráfico como una oportunidad más para construir nuevos lenguajes visuales y analizar con ojo crítico la realidad.

“Es una ventaja ser fotoperiodista, te da una evidencia más personal, un contacto directo con las personas, te vuelve más sensible a los problemas sociales y, en el aspecto profesional, te da la oportunidad de formar la memoria histórica”.

Sus imágenes han sido publicas en diarios tan importantes como El imparcial, de Sonora, y La Jornada, de Ciudad de México; The Washington Post y Arizona Daily Star, en el país vecino.

Y aunque ha usado tanto la cámara analógica como la digital, actualmente trabaja en negativo, ”para recuperar la parte mágica de la foto, pero también para comprobarme como fotógrafo, que lo digital, aunque es una herramienta, crea vicios: te quita la parte reflexiva, consciente, del trabajo que estás haciendo, en cambio, lo análogico te obliga a que la foto sea impecable, siempre cuidas los detalles como el cubo de Rubick”.

Sobre la tendencia a experimentar en fotografía, opina que se trata de latitudes. “En el Distrito Federal predomina desde hace mucho tiempo la tendencia al periodismo gráfico, que permitió la reflexión para llegar a una filosofía de la imagen, en cambio la experimentación es más importante en Tijuana, lo que está haciendo Ivonne Venegas, por ejemplo, es interesante, pues reinterpreta la fotografía social”.

De cualquier manera, el fotodocumentalista sabe que “todo es fotografiable, pues donde quiera hay historias en contextos diferentes como el laboral, la cotidianidad o la migración".



Foto 1 y 2: De la serie "Imágenes del fenómeno migratorio". Alonso Castillo.

Foto 3: De la serie "Celebración de la Cuaresma Yaqui". Alonso Castillo.


El trabajo gráfico de Alonso Castillo puede verse en facebook en: número f periodismo gráfico. Una muestra de su trabajo aparece en la Red Social de Fotoperiodistas Iberoamericanos Nuestra Mirada.

martes, 14 de diciembre de 2010

El cine y José Emilio Pacheco


El paso de José Emilio Pacheco por el cine ha sido breve, pero coincide con el resurgimiento del séptimo arte afines de los sesenta.

“A Pacheco le toca el momento justo en que la propia industria mexicana pide a gritos un nuevo estilo de hacer películas, una nueva manera de pensarlas”, dice en entrevista José Antonio Valdés, investigador de Cineteca Nacional.

El crítico cinematográfico recuerda que la entrada del autor de El reposo del fuego a la industria se dio formalmente a través de los noticieros de cine de la época. Pacheco ya contaba con una sólida formación cinematográfica, adquirida en los programas dobles de Cinelandia, un viejo cine ubicado en la calle de San Juan de Letrán al que acudía desde niño.

“Es don Manuel Barbachano Ponce quien le da el encargo de hacer la redacción editorial de Cine Verdad, una serie de noticieros para el cine, fue de esta manera que Pacheco se queda como redactor y entra de lleno a la industria”, explica el especialista.

Resultado de esta colaboración, Pacheco traba amistad con el grupo que surge a raíz del Primer Concurso Experimental de Cine, cuyos representantes más sobresalientes fueron los directores Alberto Isaac y Arturo Ripstein, con quienes el narrador colaboraría en la escritura de guiones, adaptaciones cinematográficas e inspiración de cintas.

“En el Primer Concurso Experimental (1965) se presentaron dos adaptaciones basadas en sus cuentos: Viento distante, de Manuel Michel, y En el parque hondo, de Salomón Láiter”, precisa el especialista cinematográfico.

La otra inspiración de José Emilio para la pantalla grande será su reconocida novela Las batallas en el desierto, con el nombre de Mariana, Mariana(1987), adaptación hecha por otro reconocido escritor y periodista, don Vicente Leñero, y filmada por su amigo Alberto Isaac, aunque originalmente la iba a dirigir José "El burro" Estrada.

"Los derechos de la novela los compró el Instituto Mexicano de Cinematografía (Imcine) a través de Alberto Isaac, y se decidió que la haría Pepe Estrada, pero lamentablemente El burro murió unos días antes de que se empezara a filmar la película y Alberto tuvo que hacerse cargo de la cinta".

En cuanto a guiones, Valdés puntualiza que el primero hecho por José Emilio se dio de la mano de Arturo Ripstein, con “El castillo de la pureza” (1972)

“José Emilio empieza hacer los guiones de algunas de las primeras películas importantes de Arturo Ripstein, como El castillo de la pureza, El Santo oficio y Fox trot; además de colaborar de alguna forma en el guión de El lugar sin límites, que lo había empezado hacer otro reconocido escritor, Manuel Puig, basada en una novela de José Donoso, pero que Pacheco es el encargado de mexicanizar”, apunta el especialista.

Un dato curioso es que al final de El lugar sin límites, la película aparece dedicada a José Emilio y Cristina Pacheco.

“Otra cinta donde se agradece su colaboración es en Cadena perpetua (1979), también de Ripstein, y en un documental sobre Lecumberri, donde comparte créditos con el propio director y el crítico Tomás Pérez Turrent”, señala.

“Realmente es muy poco el tiempo de José Emilio en el cine, pero deja películas muy padres como El castillo de la pureza, una cinta terrible sobre la locura, el encierro y la familia; tanto esta película como El santo oficio, se basan en casos reales, y dejan ver a un guionista cuidadoso de las historias, que ensaya muchos de sus propios temas como la muerte, la futilidad del esfuerzo humano y la desesperanza”.

Valdés intuye que el alejamiento de Pacheco con el cine se debió a que una adaptación suya no prosperó.

“No se puedo hacer una adaptación que él hizo de El obsceno pájaro de la noche, una novela de José Donoso que iba a filmar Archibaldo Bourns, en 1973, como que de alguna manera Pacheco se desentiende de la labor de cine".


Fotograma de Mariana, Mariana (1987), cinta de Alberto Isaac basada en la novela Las batallas en el desierto, de José Emilio Pacheco.


lunes, 22 de noviembre de 2010

Los desastres de la inundación: Rogelio Urrusti



Cuando el taller artístico de Rogelio "Urrusti" Chávez Maceda comenzó a inundarse por el desbordamiento veloz del río Grijalba --que atraviesa Villahermosa, capital de la provincia mexicana de Tabasco--, el pintor apenas si alcanzó a rescatar algunas herramientas de trabajo; los pinceles, sus pinturas en proceso y bastidores, se perdieron. "Nunca pensé que se trataba de una catástrofe de tal magnitud".
Sólo unos cuantos frascos de pintura fueron salvados de la tragedia a principios de noviembre de 2007, suficientes para transformar la amarga experiencia en 48 impactantes acuarelas. “La catástrofe sí la sentí, más que nada por la condición humana, porque pude ver cómo venían las familias desde el puente de Gaviotas, cómo las atravesaban de este lado y las lanchas resultaban insuficientes, eso me dio la oportunidad de observar y hacer una crónica gráfica que sentí en ese momento, para sacar todo lo que estaba viendo”, repasa el pintor, oriundo de Ciudad Mendoza, Veracruz (1962).
Las acuarelas están hecha a una sola tinta, en un color violeta que al diluirse un poco en agua se vuelve azul, tono que según el maestro del CEIBA, “consigue dar la misma nostalgia o tristeza del agua”.
Los trabajos en papel fabriano de 21 por 28 centímetros son un recuento minucioso de esos días de emergencia, una especie de ‘Los desastres’ de Goya, con un estilo marcadamente expresionista, donde los rostros colectivos reflejan la fragilidad humana.
Seres que se funden en una masa anónima y heróica que lucha contra el tiempo y la naturaleza, acarreando costales, huyendo de la creciente, vencida pero no quebrada, que hace un alto entre los escombros para pensar su tragedia.
No es la primera vez que Rogelio se cruza con una catástrofe que corta de tajo la normalidad: en Nicaragua le tocó vivir una revuelta social (país en que el amor lo obligó a casarse con la bendición del padre poeta, Ernesto Cardenal), y en Ciudad de México, sentir moverse el suelo bajo sus pies, en el gran terremoto de 1985.
“Aquí me dediqué a andar en los albergues, ayudando en las costaleras, trabajando en el centro, con los soldados, comiendo con ellos; en algún momento pensé en irme a Veracruz, de donde soy originario, pero no me fui, yo ya también soy tabasqueño y tenía que estar acá, apoyando”, cuenta el también autor del libro de poemas ‘El blues de la esquina’, publicado por la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco.
Entre la zozobra de esos días, el artista y cartonista político de diarios y revistas locales siempre encontraba un tiempo donde sacar los pinceles y con un poco del agua estancada, trazar escenas de la gran inundación.
Con el estilo arbitrario que lo caracteriza, de pulso libre centrado más en lo expresivo que en la perfecta figura, va de lo colectivo de la tragedia a lo individual, en cuyos ojos o bocas agrandadas se traduce el azoro y la incredulidad por lo ocurrido.
“En mis acuarelas no aparecen caras, sino expresiones corporales; no tienen detalles finos, sino que son pinceladas, se trata del resultado de la vivencia de un pintor durante esos días de la tragedia, la mayoría es de gente que va caminando, que está en el agua, madres sobre los techos o que son rescatadas en lanchas”, detalla el también apasionado de la armónica y el jazz.
Los desastres de la inundación fueron exhibidos por primera vez en Méndoza, Veracruz, y posteriormente en las galerías de Villahermosa, antes de que su autor vendiera casi completa la serie a algunos políticos locales señalados culpables por omisión del problema.
"Yo no pinto para una elite, retrato lo que está alrededor mío, lo que vivo, no invento nada, hice este trabajo cuando hallaba un espacio seco y un momento de descanso, la tinta incluso la diluía con el agua de la inundación, las acuarelas son el resultado de lo que, como tabasqueño veracruzano, me tocó vivir”, concluye.

martes, 16 de noviembre de 2010

Me dediqué al periodismo porque no sabía hacer de padrote: Ignacio Trejo


Su sobresaliente estatura, lo hace parecer un muchacho de básquetbol. Es el veterano periodista Ignacio Trejo, que ha entrevistado a casi todos los personajes literarios de la segunda mitad del siglo XX mexicano. Sin fanfarronear, calcula que si juntara todas las entrevistas publicadas, “desde que entró al periodismo con el pie derecho, llenaría unos ocho volúmenes".

Nació en Pachuca, Hidalgo, pero tuvo que emigrar a la Ciudad de México en los años de estudiante porque no existía en su pueblo la carrera de ciencias de la comunicación.

En las aulas la fortuna le puso como maestros a escritores y periodistas compulsivos como Gustavo Sáinz, Alberto Dalhal y Miguel Angel Granados Chapa. Desde esa época no ha parado también de escribir semanalmente para algún diario. “Aun cuando estoy en el extranjero”, acota con orgullo.

Reconoce, no obstante, que su mejor escuela para redactar fue la 'Semana de Bellas Artes', un suplemento con tiraje de 300 mil ejemplares que se encartaba en los periódicos en la década del setenta.

“Lo dirigía Gustavo Sáinz, que nos dejó hacer muchas cosas, muchos atrevimientos de jóvenes. Bajo su vigilancia, yo y otros, como Emiliano Pérez Cruz y Arturo Trejo Villafuerte, aprendimos mucho de periodismo y literatura”, revive el autor de una docena de libros, entre los que se encuentran novelas, cuentos, ensayos, crónicas y entrevistas.

Para el autor de las fabulosas 'Crónicas romanas', un libro que ha sido reeditado muchas veces y que retrata la vida de la antigua colonia porfirista Roma en los desastrosos años ochenta, no hay frontera entre literatura y periodismo.

“Yo no veo la diferencia, para mí son lo mismo, sólo que, para decir un símil que puede sonar tonto, la literatura de ficción tiene más tiempo para peinarse, para arreglarse, y el periodismo diario no, tiene que salir como está”.


Las autoentrevistas

Su libro más reciente, 'Autoentrevistas con escritores mexicanos' (Conaculta, 2007), a la limón con Iztel Córdero, cede las preguntas que por años él hizo a poetas y narradores en El Nacional, Unomásuno y Siempre, para que sean ellos los que ahora se cuestionen.

“Por fortuna aceptaron 15 escritores, que respondieron al llamado nuestro, creo que salió un ejercicio divertido sobre todo porque la autoentrevista es un género poco frecuentado en México”.

En esta primera entrega, que no hubiera sido posible si Trejo no contara con la amistad de los poetas y narradores, participan Rubén Bonifaz Nuño, José de la Colina, Ignacio Solares, Fernando del Paso, José Agustín y Emmanuel Carballo.

“Muchos de los que aceptaron autoentrevistarse, tardaron en entregar por razones de enfermedad, trabajo y viajes, entonces decidimos armar un segundo volumen con los que no entraron; de los que recuerdo, Carlos Fuentes, Sergio Pitol, Carlos Monsiváis, Guillermo Fernández y Francisco Hernández, se comprometieron a entrarle a la segunda ronda”.

El también maestro en la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM revela una anécdota macabra en torno a las 'Autoentrevistas':

El primero en ser invitado fue Carlos Fuentes, a quien le pareció “muy buena la idea”, pero el reconocido novelista tuvo un problema de salud y “ya no consideramos oportuno molestarlo”.

Lo mismo pasó con otros escritores que por razones de fuerza mayor ya no entraron: Salvador Elizando estaba trabajando en su texto y murió; el poeta Francisco Cervantes, lo mismo; el novelista Severino Salazar también se murió.

Entre los logros que su memoria atesora está el de haber entrevistado a José Emilio Pacheco, claro, cuando éste no daba entrevistas, y haber publicado una extensísima con Fernando del Paso, “cuando vivía en Inglaterra y en México no se conocía su novela Palinuro de México: salió muy completa porque era informativa, analítica y anecdótica”.

Es inevitable preguntar al cazador de personajes si no se ha visto tentado a realizarse una autoentrevista.

“Ya me la hice para un programa de TV UNAM, me dijeron ¿por qué no te haces una autoentrevista en dos minutos?, yo les dije: ¡me la hago en un minuto! Salí a cuadro y dije: ¿por qué me dediqué al periodismo y la literatura? Porque no sabía cómo hacerle para ser padrote”.


miércoles, 10 de noviembre de 2010

Morralla


Poesía


Llamar a las rosas

por su nombre


A tenderse

a las consecuencias


Ir hasta el fondo

de las mozas


Perderse de vista

con pasos de ciego


Pues, sí, ¡ah!


Depiezacabeza


-La estimo mucho

-...

-Lastimo mucho

-...

-Las timo mucho

-...


El pozo


Ojo maligno

o garganta infernal

el pozo ancestral



Viento


Pájaro inquieto

saltando en cada rama

paso del viento


Rocambolesca

Y si no hubiera puentes, ¿existirían abismos?


(Pintura acrílica de Bettina Alcántara, Bestiario, 2009. Tomado del blog arte correo.)



lunes, 1 de noviembre de 2010

Las tres calaveras


Las protestas lo enterraron

en infrahumanas mazmorras

los rojillos como zorras

a Lui Xiabó amenazaron


Los noruegos no cesaron

en pedir su liberación

por eso le otorgaron

el Nobel y un medallón


No pudo ir a Estocolmo

No se sabe dónde murió

Todos dicen ser, ¡el colmo!,

como el chino Xiabó.



Lui Xiabo (1955-). Ganador del premio Nobel de la Paz 2010. Por su activismo a favor de los derechos humanos está recluido ilegalmente en una cárcel china. Es difícil que acuda a la ceremonia de entrega de los galardones en Oslo.




Quiso morir a balazos

por causa de una querida

la flaca tendió sus lazos

neumonía fue la herida


Tenía fama de galante

por sus versos primorosos

de ahora en adelante

son Palabras en reposo


En el Fondo ya lo lloran

no hay quien llene el páramo

enfrentó al Pedro Páramo

gran loor todos le oran



Alí Chumacero (1918-2010). Poeta, autor de Palabras en reposo; era enomaradizo y anhelaba morir a balazos por causa de algún amor, pero falleció este año de neumonía, a los 92 años de edad. Se dice que corrigió la novela Pedro Páramo.




Hoy toca, imploró la parca

al dramaturgo Dehesa

Gaceta del Angel empaca

checaré como vos besas


Germán intentó asustarla

con su camiseta Puma,

"Ese equipo no hace espuma

ni los pronósticos marca.


Donde vamos hay fandango

también un Defe monstruoso

no te faltarán los mangos

ni los dardos puntillosos".


Germán Dehesa (1944-1910). Dramaturgo, periodista, promotor cultural. Durante años escribió su Gaceta del Angel. Es muy conocida su afición por los pumas, su gusto por el fandango y la Ciudad de México.


Imagen: Grabado de José Guadalupe Posadas, El purgatorio artístico, donde hace una critica mordaz a la sociedad que no valora a sus artistas.