lunes, 25 de octubre de 2010

El mural de la amistad entre México y Chile







El chileno Juan Carlos Díaz Verdugo nunca imaginó que su primer encuentro con México sería a través de un mural plástico.

La obra ‘Presencia de América Latina’, pintada por el mexicano Jorge González Camarena, había sido inaugurada justo el año en que él ingresó a la Universidad de Concepción, Chile.

Y el mural es, en sí mismo, un símbolo fraterno entre los dos países Latinoamericanos.

“Cada vez que voy a mi país, me tengo que parar ahí, de lo contrario es como si no hubiera ido”, admite el chileno radicado en Villahermosa, capital del estado sureño de Tabasco.

La familiaridad con la que habla don Juan Carlos de la obra de González Camarena es sorprendente, pero explicable: durante cuatro años, todos los días, cruzó el campus universitario para estudiar ingeniería química, y era imposible no ver los 250 metros cuadrados de acrílico y estuco de la monumental obra.

“Presencia de América Latina fue inaugurado el 10 de septiembre de 1965, yo entré ese año a la Universidad de Concepción”, evoca el chileno.

La pieza de 35 metros de largo por seis de altura, además, es un acto solidario del pueblo mexicano al de Chile que 1960 había sufrido un devastador terremoto.

“Las dos ciudades más afectadas por el temblor de 9.5 grados que sacudió a Chile, en 1960, fueron Valdivia y Concepción. El gobierno mexicano apoyó en la reconstrucción y ofreció como un extra construir el mural. Originalmente se iba a levantar en Valdivia, pero por trabas burocráticas de hizo en Concepción”.

La ciudad chilena está ubicada a unos 500 kilómetros al sur de Santiago, la capital chilena.

El pintor elegido fue Jorge González Camarena --hermano de Guillermo González Camarena, inventor de la televisión a color--, quien para cumplir la promesa hecha por México, trajo de Chile a los pintores Eugenio Brito y Albino Echeverría, para que aprendieran las técnicas del muralismo y así pudieran colaborar con él en la obra de Concepción.

De este aprendizaje en el Valle de México surgió un mural previo a ‘Presencia de América Latina’, el llamado ‘Las razas’, que se puede ver hoy en el Museo de Antropología.

“La obra de González Camarena fue el símbolo de una época, porque cuando la construyeron, México y sus muralistas, influyeron en los artistas chilenos, rápidamente comenzó una cultura de los murales populares que antes no existía en Chile, fue tal la importancia del movimiento que cuando Salvador Allende llega a la presidencia chilena, se crea el concepto de mural popular y surgen las brigadas Ramona Parra, que eran las encargadas de pintar todo Chile por la izquierda”, señala.


Historia plástica del mestizaje

El mural se erigió en donde estaba la antigua Escuela de Odontología, que se había derrumbado con el temblor.

“Presencia de América Latina quedó en su sede, la Casa del Arte, donde se realizan exposiciones y existe una pinacoteca, prácticamente está a la entrada de la Universidad, en lo que se denomina Plaza Perú, un sitio muy visible y de mucha afluencia”, acota.

González Camarena terminó el mural en abril de 1965. En los seis meses de trabajo, el mexicano recibió la visita sorpresiva del poeta Pablo Neruda, quien había estado viviendo en México como cónsul general chileno de 1940 a 1945.

“Quedó tan impresionado con lo que se estaba haciendo Camarena, que de algún modo lo convenció para que pusieran unos versos suyos en el mural, los que pertenecen al poema ‘América’, del libro Canción de fiesta”.

De memoria, Díaz Verdugo recita esas únicas líneas grabadas en la parte superior del mural que sí se pueden leer en el sentido de las manecillas del reloj: “Y no hay belleza como esta belleza de América extendida en sus infiernos, en sus cerros de piedra y poderío y en sus ríos atávicos y eternos”.

Un verso que resume al mismo tiempo el tema del mural: el desarrollo de la cultura mesoamericana, pasando por la fusión de las dos culturas y la identidad Latinoamericana.

“La obra tiene una singularidad, se lee en sentido inverso, no de izquierda a derecha como siempre es, sino de derecha a izquierda, de manera que el final es el inicio: está el nopal y la flor nacional chilena, el copihue, juntos los dos, hermanados, y esos puñales enterrados en el nopal son las tantas guerras a las cuales se ha visto sometido México y Chile”.

El mural es de tendencia simbolista, donde deidades aztecas representan el devenir de sus pueblos: Tláloc, dios de la lluvia, junto a una mujer de rasgos indígenas con peces de colores azules en sus manos, la riqueza del mar; Quetzalcoatl, la cultura prehispánica, y Zontemoc, el prometeo azteca que cae representando el ocaso de esas culturas antiguas; un conquistador armado y una mujer mesoamericana, símbolos del nuevo mestizaje que crea los nuevos pueblos y naciones de América Latina.

Curiosamente también, don Juan Carlos se ha hermanado ahora más con el país definido por su paisano Neruda como “el México florido y espinudo” al contraer matrimonio con una mexicana y, resultado de esta relación, haber procreado una mexico-chilena.


Foto 1. Vista panorámica del mural "Presencia de América Latina", de Jorge González Camarena, en la Universidad de Concepción, Chile. (Dandole click a cada foto se puede ver más grande)

Foto 2. Las escaleras dirigen al segundo piso de la Casa de Arte, donde seguido se montan exposiciones plásticas.

Foto 3. Rostros de mujeres precolombinas que simbolizan el nacimiento del mestizaje.

Foto 4. Una mujer desnuda y el mapa de los pueblos de América Latina, desde México hasta la patagonia chilena y argentina.

Foto 5. Como la obra se lee de derecha a izquierda, la historia de "Presencia de América Latina" concluye en la unión del nopal y el copihue, símbolos de los dos países. Sus cuchillos clavados simbolizan las luchas insurgentes que dieron nacimiento a México y Chile.


Las fotos son cortesía de mi compa chileno Rodrigo Leal Sanmartín, a quien agradezco haberme hecho el favor de tomar las imágenes. Lo mismo que un video que tomó para la ocasión (haciendo click en esa palabra se abre el vínculo a esas imágenes en movimiento).



lunes, 18 de octubre de 2010

El amor está en el sur


1.- El evento. Audomaro Ernesto Hidalgo presentó el viernes 15 de octubre, en la División Académica de Educación y Artes (DAEA), de la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco (UJAT), su ópera prima El fuego de las noches (Municipio de Tlanepantla, 2010).

El libro ganó el primer premio nacional de poesía Juana de Asbaje, que otorga el municipio de Tlanepantla, Estado de México, con un jurado integrado por Thelma Nava, Alí Chumacero y Dolores Castro.

Fue el poeta Alvaro Solís, quien se encargó de abrir la tanda de razones para festejar el volumen. Solís se centró en la elipsis que tuvo que hacer Hidalgo para poder escribir su ópera prima.

Sostuvo que a falta de instancias serias para formar escritores profesionales en la entidad, con excepción de algunos talleres literarios que todavía funcionan y de la Escuela de Escritores, quienes quieren emprender el camino o ascensión a las letras no les queda otra salida que emigrar.

Brevemente bosquejó esa ruta seguida por Hidalgo, desde su estancia en Ciudad de México, becado por la Fundación para las Letras Mexicanas, hasta su fundamental viaje hacia el sur, Santa Fé, Argentina. Si "Maro" regresó de nuevo, dijo Solís, fue movido por designio familiar y amor al terruño.

"El viaje marcó su literalidad", señaló el autor de Cantalao, que parecía también hablar de su propia ruta, ya que él mismo dejó Tabasco hace ya algunos años para ir primero a estudiar una licenciatura en filosofía a Tlaxcala y luego una maestría en letras a Puebla con viajes intermitentes también a la tierra que lo vio crecer.

"Los tonos de la poesía de este poeta nacido y crecido en la populosa colonia Atasta son más bien solemnes. Poesía que como la de (Roberto) Juarroz o (Antonio) Porchia, aspira al hallazgo que rebase los límites propios de la literatura y la imaginación. Aspira a revelar lo escondido detrás de la superficie de las cosas, logrando por momentos alcances filosóficos de verdadera sabiduría", resaltó el presentador.

Por su parte, Sergio Arenas Martínez, el otro presentador, fue quien penetró más en los símbolos que crepitan en El fuego de las noches.

Citando a Gastón Bachelard, desmembró los distintos fuegos que atizan en el libro repleto de "poemas en verso y en prosa, que transitan de uno a otro sin dificultad".

El profesor universitario destacó que la lucha de Audomaro es "hacer presente el pasado, pero no como presente, sino como futuro".

No es extraño, pues, que los poemas parezcan contar una historia, aunque "la obra en sí no es una narración, sino la introspección de un viaje que cuenta una historia por distintas voces".

Al final, Audomaro tomó la palabra para señalar que El fuego de las noches se gestó en Ciudad de México, gracias a una beca que le otorgo la Fundación para las Letras Mexicanas.

Aclaró que se trata de su primer libro publicado, y que como toda ópera prima, es querida precisamente por el distanciamiento que comienza ya a haber entre el texto terminado y quien lo escribe.

Arenas cerró citando a Bachelard y diciendo que El fuego de la noches, es más "hijo del hombre que de la madera".



2.- El libro. Entre los dominios del polvo, Audomaro Hidalgo levanta su heráldica familiar para hacerla brillar "igual que espadas en la oscuridad". Su memoria es un yo que se vuelve un nosotros, capaz de invocar los recuerdos viejos y nuevos en un "viaje a través del tiempo". Lo que queda, es la comunión de lo próximo y su sentido de brevedad. Las palabras.

En "Los días y el trabajo", por ejemplo, el poeta parte de una narración sugerida: el retorno del padre a la casa en ruinas. Ese narrador en el interior de la casa nos hace oír "el golpe del martillo" que "llega desde el patio", para hablarnos de cómo la vida sobrevive de nuevo "a generaciones de nombres y de insectos". Cuando la faena de los días y el trabajo están acabados, el padre se sienta como lo hicieron sus ancestros, en la silla restaurada "mientras imaginaba a su primer dueño".

"Ese abuelo que no conocí" es un aviso de lo que le espera, de lo que le aguarda, a esa voz que lo cuenta todo desde adentro, un poco distante, que ha permanecido quieta, como simple testigo de "Los días y el trabajo", pero que ya pronto estará afuera también, vuelta a rememorar un pasado inacabable.

Este será un proceso habitual en muchos versos de El fuego de las noches, que el autor no oculta --tampoco tiene porqué hacerlo. En Nocturno, uno de los poemas mejor logrados del volumen, parte de esa espera quieta para exaltar el recuerdo misterioso de la figura amada: "Me he detenido a ver el mar… con la discreción de la neblina cuando invade la carretera".

La playa solitaria le devuelve la pasión antigua, condensada en "el oleaje amenazante… con sus cuchillos de espuma".

El círculo de lo vivido llega al punto de donde partió: el recuerdo que se ha levantado del polvo, no olvida que volverá al polvo. Finitud irremediable. No queda otra más que imitar al tulipán que, "entre palos y desperdicios… vive y brilla".

Los saldos de esas pérdidas se vuelven metáforas coléricas:

"Estoy triste, lloro / con todo el odio que me producen los hospitales y las terminales de autobuses,/ con ese llanto que pule profundo los huesos. / Hoy maldigo el licor solitario, / arrojo con fuerza las piedras más negras de la arena".

Una pena honda que a mí me recuerda al César Vallejo de Los heraldos negros, y al que por cierto el poeta tabaqueño escribe una carta en verso libre, como si fuera uno más de su linaje íntimo. En cambio, los poemas en prosa de la última parte de El fuego de las noches, poblada de montañeses, de hijos ausentes, de silencios extendidos, recuerda la poesía de otro solitario, la de Cesare Pavese.

Audomaro no escatima el uso del "nosotros" en una poesía elemental, que prefiere dialogar con los suyos antes que perderse en las formas. Su fuego de las noches es una flama que anima a los solitarios, a los amantes viejos que "conversan tristemente", a las "sombras de otra orilla" y a quienes leen su "Memoria paginada" con la esperanza de que "Al final de este verso hay(a) una puerta que se abre (a)".

Extraño sentir el de quien en su suelo parece un sombra habitada de nocturnos y elegías, y ya lejos, en ciudades de pasada, se vuelve sol, himno y alegría. La razón es la del amor concreto, no el que se trae en la sangre, sino uno mayor, el que se elige y halla, allá lejos.

"Caminábamos y yo decía nubes, guijarros, miraba tu espalda. / Tus cabellos eran una corriente dispersa, color del sol/ que todavía llegaba hasta nosotros / mientras volvíamos al pueblo por calles de arena".

Basta a veces oír "El canto de aquella muchacha de la que ignoro el rostro" para sucumbir al hechizo, a ese fuego de las noches inextinguible.


3.- Un poema de El fuego de las noches


NOCTURNO

Me he detenido a ver el mar

desde el silencio de la casa cuando todos se han ido,

con la discreción de la neblina cuando invade la carretera y de pronto desaparece.

Esta noche es una playa desierta donde vuelves a desnudarte

mientras el oleaje amenaza mi corazón con sus cuchillos de espuma.

Estoy triste, lloro

con todo el odio que me producen los hospitales y las terminales de autobús,

con ese llanto que pule profundo los huesos.

Hoy maldigo el licor solitario,

arrojo con fuerza las piedras más negras hacia la arena.


Esta noche de enero escucho tu ausencia, digo tu nombre,

regresan aquellas horas en que caminábamos desiertos de nosotros mismos

por malecones apenas alumbrados,

cuando el calor de otras noches nos unía.

Ahora el viento y la lluvia caen sobre la playa.

Desde esta ventana he mirado largamente el mar

y las embarcaciones estacionadas en el puerto son la nostalgia,

misteriosa visitante que llega acariciándonos con su silencio

lunes, 11 de octubre de 2010

Agua de Tabasco: memoria no oficial de las inundaciones


No piense que luego de ver la proyección del documental Agua de Tabasco (México, 2009), saldrá feliz. Su realizadora, Adriana Camacho, previene:

"En general, la gente sale enojada y con un sentimiento de impotencia, es un documental de denuncia".

El interés de la joven realizadora por documentar las inundaciones en la entidad nació en octubre de 2007, al ver precisamente las primeras imágenes de la catástrofe por televisión.

"Acto seguido estaba de voluntaria en la Cruz Roja del Distrito Federal, un ratito más tarde estaba grabando y camino a Villahermosa inundada, de ahí parte toda la historia para realizar el documental".

Camacho, quien estudió comunicación en la Universidad Iberoamericana y ha sido asistente de cámara en cintas como Por la libre y Ladrones de corazones, no imaginó que la elaboración de Agua de Tabasco le tomaría dos años y medio de trabajo con más de 100 horas de grabación.

"En recuento, la impresión más fuerte fue enfrentarme con la realidad, una imagen lejos de la oficial. Más que descubrir, Agua de Tabasco saca a flote lo que ya se sabe: cómo en la búsqueda de progreso, bienestar y justicia social, se ha arrasado con el edén.

"En Tabasco, como en muchas otras entidades del país, el cambio de uso de suelo, la ganadería, la deforestación, la construcción de presas hidroeléctricas, fueron graves errores.

"Lo más lamentable es que los resultados de tales planes posrevolucionarios del México moderno no son visibles. A la fecha, en el país, no existe justicia social y el bienestar no es de todos".

Entre entrevistas con especialistas y tabaqueños afectados por el desastre ambiental, las imágenes del documental "no sólo nos hablan de inundaciones, sino de todo un sistema ineficaz que la fuerza de la naturaleza saca a flote. El cambio climático, la falta de prevensión, los asentamientos irregulares, la negligencia criminal y décadas de corrupción para el manejo de la cuenca del Alto Grijalba, hacen del agua un enemigo", agrega la cineasta.

Es por eso que quienes ven el documental, que dura una hora y 45 minutos, "salen enojados y con un sentimiento de denuncia. Donde se ha presentado -cuenta- algunos se me han acercado para mencionar que viven situaciones parecidas, así es que en general cumple su función de ser un documento memoria que invita a reflexionar nuestro presente a través de la experiencia de otros".

Adriana recuerda a un campesino que por iniciativa propia se acerca a la cámara y le explica. "Si yo me meto a robar, me echan a la judicial; si le pido apoyo al gobierno, no hay... así que estamos todos jodidos". Pero en tiempos de sequía los problemas no acaban. "Otro campesino, cuyo ganado se muere por falta de agua, cuenta: Agua hay, el problema es que no hay una dependencia que nos diga qué hacer".

La banda sonora de la película fue realizada por un grupito de tamborileros del poblado de Chico Zapote, Nacajuca, que además de utilizar sus instrumentos tradicionales, se valió de materiales de desecho para transformarlos en cajas sonoras.

Por todo lo que ella escuchó, vio y grabó de primera fuente, le fue "muy difícil" mantenerse objetiva. "Porque el documental está narrado desde mi enojo. Es la visión de una mexicana que vive en un país donde a diario se encuentran imágenes de injusticia, de estulticia en demasía por parte de los gobernantes y una sociedad crítica pero poco activa. Me interesaba que Agua de Tabasco fuera registro del ciudadano afectado y del experto sincero. Pero es muy objetivo al no obedecer a ningún tipo de interés más que el de poner el dedo en la llaga para ver si así nos proponemos hacer un México mejor".

Camacho, quien es a la vez directora, productora y fotógrafa del documental, considera que el género "está cobrando fuerza nuevamente. El asunto no es el interés del público sino los foros y la difusión para presentar los documentales. La labor que hacen festivales, muestras y distribuidores dedicados a este género es la que está generando público y, mejor áun, documentaistas".

La prueba de este creciente interés es que su trabajo mereció el galardón José Rovirosa 2010 al mejor documental, distinción que otorga la Filmoteca de la UNAM y el Centro de Universitarios de Estudios Cinematográficos.

"Recibí el premio de manos de cineastas cuya obra admiro de verdad: Eugenio Polgovsky, el de Los herederos; Everardo González, de Los ladrones viejos; y Carlos Medoza, de Chapoapote. No puedo más que agradecer".


Agua de Tabasco se proyectará el 12 de noviembre en la galería Refugio de la luna, en dos funciones, 18:30 y 21:15, con la presencia de la realizadora.

miércoles, 6 de octubre de 2010

La crítica de cine se ha empobrecido: Leonardo García Tsao


Lo que más inquieta a Leonardo García Tsao (1954) en la actualidad es la falta de relevo generacional entre los veteranos críticos de cine y los noveles reseñistas.

A diferencia de su generación, que supo ver como maestros infalibles a críticos anteriores a ellos, como el escritor José de la Colina o el historiador Emilio García Riera, la actual camada padece de "analfabetismo cultural".

Recuerda que cuando empezó a escribir sus primera reseñas de películas en el diario unoamasuno, en 1997, admiraba tanto la formación enciclopédica de García Riera que no tuvo más remedio que imitar descaradamente su estilo.

“La crítica de cine se ha empobrecido, me parece que actualmente hay demasiada información y como que los jóvenes tienen demasiado a la mano todo y no hacen un esfuerzo. Yo creo que es necesario un poco más de disciplina en ese sentido".

Apunta, además, que hay un desconocimiento "no sólo de los clásicos, sino de todo en general, creo que hay mucho analfabetismo funcional”.

Entrevistado a propósito de la publicación de su libro de ensayos y críticas de cine 'El ojo y la navaja' (Editorial Punto de partida, 2008), García Tsao considera a la Cineteca Nacional, de la que fue director, "el cine club más grande del país".

Mordaz y profundo, en el texto "La muerte del cineclub", quien fuera director de cinética nacional define a la mayoría de los cines en México como "expendios de golosinas donde resulta que proyectan películas".

Hijo de un matrimonio que todas las tardes prefería llevarlo al cine, de un tío con una sala de proyección en Huayacocotla, Veracruz, y de una abuela que prefería cuidarlo entre butacas, era natural que se convirtiera en un cinemaniático -término que él mismo acuñó para distinguirse del cinéfilo- en referencia a su disposición para ver todo tipo de películas, desde las consideradas culturas hasta las meramente comerciales.

Actitud que puede comprobarse en "El ojo y la navaja" donde lo mismo habla de Silvestre Stallone que de Alfred Hitchcock, de Mad Max II que el Laberinto del Fauno, o de Indiana Jones que de Metrópolis.


--Al leer la sección dedicada al cine mexicano, pareciera que la cartelera nacional es buena. ¿No es engañoso eso?

Bueno, no tengo un promedio de bateo exacto, pero ninguna cinematografía tiene un porcentaje altísimo de buenas películas, desde el cine norteamericano hasta el europeo, la mayoría de lo que producen es cine chatarra, para un consumo masivo. Pero el cine mexicano tiene en proporción a lo que se hace bastante buen promedio. Las películas que están en el libro son las que personalmente me parecieron sobresalientes.


--En 'El ojo y la navaja' habla de los cine club, pero muy de pasada del IFAL (Instituto Francés de América Latina, que cuenta con dos cinematecas, una en Brasil y otra en México), ¿no fue esto un olvido?

No, el cine de la embajada francesa fue muy importante, lo que pasa que a mí me quedaba muy lejos, iba de vez en cuando, yo más bien asistía a los cine club universitarios, no sólo porque estudié en la UNAM sino porque siempre he vivido en el sur. Pero sí llegué a ir ahí, lo mismo que al cine club de Antropología, que me quedaba un poco más retirado que el IFAL.


--¿Le costó trabajo hacer la selección de reseñas y críticas?

Ya había habido un trabajo previo en una edición anterior, en este caso fue como quitar algunas, poner otras más nuevas y mantener una especie de estructura o coherencia temática de modo que las críticas, que no fueron pensadas para un libro, tuvieran una especie de continuidad.


--¿Por qué dejó fuera sus críticas sobre la ola francesa de cine?

De nuevo, no hay cabida para todo, he escrito de muchas películas francesas pero tenía que escoger las que a mí en lo personal me gustaban.


--¿Cómo ve la crítica de cine actual?

Creo que es un género que se ha empobrecido bastante en México, me parece que actualmente hay demasiada información, como que los jóvenes tienen demasiado a la mano todo y no hacen un esfuerzo, hace falta más disciplina en ese sentido. Además, hay un desconocimiento no sólo de los clásicos, sino de todo, creo que hay mucho analfabetismo funcional.