sábado, 3 de diciembre de 2011

Ciudad de México: ¿1939-2011?


En Ciudad de México es posible cruzar fronteras sin darse cuenta, entablar diálogos con los muertos y echar un ojo al pasado para ver mejor el horizonte y platicar de otro modo con los vivos.

Esto mismo es lo que me va ocurriendo mientras dejo atrás la esbelta Torre Latinoamericana que resistió el sismo de 1985, la Casa de los Azulejos donde las fuerzas zapatistas desayunaron bisquetes con café, y el imperial palacio del fallido emperador don Agustín de Iturbide, antes de subir literalmente al Museo del Estanquillo, situado arriba de una tienda de discos de la cadena Mix Up.

Lo que viene es una ascensión y, aunque suene contradictorio, un descenso. Y la esquina donde se exhibe “Dos miradas al fascismo” -avenida Francisco I. Madero e Isabel La Católica-, la encrucijada más visible en el mapa de las correspondencias, no la única.

Lo evidente en esta exposición: las crisis económicas, políticas y sociales abren agujeros para la ascensión de ultraderechas revestidas de mesianismo. Nuestro propio país no estuvo exento -ni lo ha estado- de estos peligros internacionales, que coincidieron con la guerra cristera y el sinarquismo. No mesianismos tropicales, sino altiplanos.

“Dos miradas al fascismo” también plantea que, entre tanto barullo global y aldeano, siempre es urgente saber: qué se elige.

¿Qué cuándo ha habido un tiempo bueno, claro, idóneo? Nunca, parecen decir los viejos personajes. Los gatos de noche son pardos.

Miguel Covarrubias, Luis Arenal, Santos Balmori, Leopoldo Méndez, José Chávez Morado y Diego Rivera, entre otros, capturan la época azarosa que les tocó vivir; a través de sus carteles y grabados saben distinguir: ponen a los políticos de aquella época (Juan Andrew Almazán, Saturnino Sedillo, Emilio Portes Gil) como ladrones sin escrúpulos, aliados al gran capital y la prensa vendida.

¡Qué actual esta crítica pictórica formulada entre los años 1930-1940! Cuando un gobierno apela a la religión, a la familia y a la patria para instaurar un Estado "seguro", sus propósitos no están muy lejos del Estado totalitario, que tiene en nada la vida.

Hay fotos en la expo que sorprenden y congelan el ánimo: una esvástica ondeando entre los techos del centro de Ciudad de México con fondo de cúpula dorada de Bellas Artes. Otra imagen: un grupo de mujeres bien vestidas, encopetaditas, en el casino español haciendo el saludo nazi.

La ideología ultra metida en las entrañas de esa clase que no quiere perder sus privilegios, la doble moral de la derecha sinarquista que con una mano saluda al Führer y con la otra rechaza el reparto de tierra y la expropiación petrolera de Lázaro Cárdenas.

Y si al sinarquismo -cuyo más "destacado" fundador fue Salvador Abascal padre- le da urticaria las políticas sociales de Lázaro Cárdenas -como ahora esa misma clase ultraderechista reniega de las reformas para la no penalización del aborto en DF o las bodas entre personas de mismo sexo -sólo por citar dos cambios impulsados por la izquierda mexicana-, imposible no acordarse mientras se ven los grabados y carteles, de la alegría de Josefina Vicens -motivo principal de mi visita a Ciudad de México- cuando evocaba ella misma las largas filas en el Palacio de Bellas Artes para apoyar la nacionalización petrolera.

Según Aline Peterson, su tía le decía cada que recordaba ese gesto popular que atestiguó: "Nunca he vuelto a sentir nada semejante, ninguna emoción como aquella que sentí al ver las largas filas en Bellas Artes".

“Dos miradas al fascismo” incluye también audios: una entrevista con Diego Rivera a propósito del óleo "El refugio de Hitler", que se exhibe al final de la sala, donde el muralista cuenta cómo hizo primero los bocetos en una breve escala en la recién liberada Berlín, y ya después, al regreso de su viaje de Moscú para curarse del cáncer, crear el óleo singular que se aparta de su estilo expansivo y colorista para amplificar un vacío en la tela, ahondado por una paleta bruna.

Otro audio es la voz del poeta refugiado español León Felipe, que a diferencia del narrador José Vasconcelos o el pintor Dr. Atl, se opuso tajante y éticamente al nazifascismo que no respeta la vida. "Esos poetas infernales que hablen más bajo, que se callen.. Tú Dante, no tienes imaginación. Acuérdate que en tu infierno no hay un niño siquiera. Y ese niño está solo..."

¿Qué año es el de esta mañana de domingo, cuando los diarios anuncian el arranque del handicap por la presidencia? ¿1939 ó 2011?

Nunca fue óptimo ni fácil el panorama a fines de los años treinta del siglo pasado para tomar una elección decisiva. No lo fue antes ni tiene por qué serlo ahora, en la primera década del XXI. El drama es el mismo, aunque más agudizado.

La vía de la abstención es una fatalidad que niega todo: el problema y las soluciones. Soñar lo imposible para que lo posible sea real, escribe Ana Arandeth.

En 1994 esa posibilidad se llamó para millones como yo, Cuauhtémoc Cárdenas, no Ernesto Zedillo ni Diego Fernández de Ceballos. En 2000, fue de nuevo y pese a la derrota anterior, Cárdenas, no Ernesto Zedillo ni Francisco Labastida. En 2006, a pesar de la campaña orquestada por la oligarquía empresarial, la elección fue Andrés Manuel López Obrador, no Felipe Calderón ni Roberto Madrazo.

¿Por qué abría de ser diferente ahora si el resultado ha sido desastroso para el país? El gran capital sigue aliándose con los políticos corruptos y la prensa vendida continúa tapando la realidad: la vida que no tiene en nada el Estado mexicano.

Ni Peña ni quien salga de la ultraderecha.

Si uno sabe leer murales mexicanos, como el que vi apenas bajar del avión en la Terminal B del Aeropuerto Internacional de Ciudad de México, estos se leen desde la izquierda.

Sí, con reticencias.

Sí, con severas críticas y todo.

La posibilidad de nuevo se llama: Andrés Manuel López Obrador.

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