sábado, 29 de diciembre de 2012
A propósito del maestro Elías Neuman y la Seguridad Pública en Tabasco
Me entero de la muerte, hace un año, del maestro Elías Neuman, argentino, penalista, un hombre con un gran sentido del humor, más tambien por eso sabio y profundo.
Visitó México muchas veces, incluso, acá desarrolló en la acción muchas de sus ideas sobre el concepto del daño, la pena y el resarcimiento a través de lo que llamó la prisión abierta, tema de su tesis doctoral que el doctor Sergio García Ramírez recogió para abrir una prisión sin rejas en el Estado de México, en 1967.
Su plática siempre era reveladora, sea que se estuviera frente a él en un aula, o en la fila de un banco para cobrar un cheque.
Insistía mucho en que el endurecimiento de las penas -a propósito ahora de la idea del PRI, en el Distrito Federal, de rebajar la edad penal- no disuadía al delincuente en la consumación del delito.
Ponía como ejemplo vehemente que la pena de muerte en algunos estados de la Unión Americana no llevaba a los criminales a cometer sus delitos en otros estado donde no se aplicaba dicha sentencia.
Le daba mucha risa también el concepto de "readaptación social" tan usado en los sistemas penitenciarios mexicanos, donde el condenado al entrar perdía todo, hasta su dignidad como ser humano.
El Estado le arrebata hasta la patria protestad al criminal, al segregarlo de su familia.
Además, se preguntaba, ¿cómo podía ser readaptado socialmente un criminal de cuello blanco, que era un criminal de las altas esferas y sin problemas para moverse entre los de su clase, con una sonrisa además impecable, de porcelana?
Neuman no creía en el uso de la milicia para patrullar las calles de las ciudades. Pensaba que eso ponía en riesgo los derechos humanos de los civiles, y también la propia integridad de los batallones.
La milicia, decía con absoluta convicción, estaba hecha para combatir los delitos del fuero federal, no los del orden común.
Su visión era tan estricta que incluso, miraba con desconfianza el uso militar en los amontinamientos carcelarios.
Su recomendación era la creación de un cuerpo especial encargado de vigilar la seguridad de los depósitos carcelarios.
Todos estos recuerdos vienen a colación por el adelantado nombramiento del gobernador electo de Tabasco, Arturo Núñez Jiménez, del general de División, Audomaro Martínez, en la Secretaría de Seguridad Pública del Estado. Adelantado porque se hizo unos días antes de que tomara posesión como gobernador constitucional.
Pensaba qué habría dicho el reconocido criminalista y filósofo judío de todo esto.
Y así me entero de su muerte, apenas en el año 2011. ¡Cuánto tiempo sin saber de él!
Creo que al maestro Neuman no le hacía mucha gracia el nombramiento de militares en áreas de seguridad civil.
Pero reconocía que ante el fracaso de los civiles al frente de las policías, los gobiernos federal y estatales recurrieran inevitablemente a ellos para limpiar los cuerpos policiacos y garantizar un mínimo de éxito en las tareas de seguridad interna.
La tendencia como se ve se ha ido aceptando como normal, en un país donde los convoy de militares patrullan las calles, se aplican retenes por donde quiera y las ejecuciones siguen cobrando vidas en todo el país.
¿Qué se puede decir a favor del general en un puesto civil? Creo que además de su larga experiencia en la milicia, está el hecho de que se trata de un paisano, vinculado a su tierra. Y eso ya es mucho, en cosas de cuestión pública y el servicio decente.
martes, 20 de noviembre de 2012
Zumo
Si tiras una piedra en el agua no podrás detener su onda.
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No se los puedo contar, espero lo entiendan.
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Muchas preguntas para quien anda cerca de las respuestas.
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No faltará que aparezca alguien que te haga olvidar el olvido.
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Si la virginidad tuviera algún valor, los seres humanos no se la darían a cualquiera.
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Quería siempre una feria permanente.
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Los rostros anónimos se parecen cada día más al tuyo.
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Cada vía tiene uno o más retornos.
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El primer amor es el último en irse de los sueños.
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El camino de vuelta resulta ser el más corto cuando se emprende por primera vez, el más tortuoso cuando ya se lo conoce.
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Sin mala leche no hay terapeutas buenos.
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Un autómata da más fácilmente la gracias que alguien con poco amor.
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Sin mala leche se escriben hagiografías; con ella se penetra la novela.
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No la verá más, así que se permite entrar en detalles.
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Sabe que me afeito diario y me levanto con música, ¿qué más quiere?
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Mi mano en su sexo, la pastilla para enfrentar el día sin reservas.
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Sueños, magia, espiritualidad... ¡como envidio la modernidad del Cromagnon!
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Abandonamos hace milenios la flecha con punta perfeccionada por el Cromagnon, pero también ¡oh, progreso!, su espiritualidad.
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Satán no sonríe.
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Superar el complejo de madrastra sino quieres romper tu imagen en el espejo.
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El mejor modo de confirmar la belleza de una mujer es verla cuando se despierta.
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Detesta el periodismo de alcoba, ese que se escribe en la misma cama, con las fuentes.
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Las más de las veces, imaginamos cosas que no suceden, y las vivimos como si hubieran ocurrido.
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Aún no puedo decidir quién es más ridículo, si un amante celoso o un cornudo enamorado.
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La clase blogetaria como siempre trabaja más que los feisbuqueros.
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In memoriam Teodosio García Ruiz (1964-2012) .Imagen de Laura Cohen, "El universo entra por los ojos".
martes, 30 de octubre de 2012
Historia de dos ciudades
Un aprendiz de novelista imagina la historia de una civilización cuya norma inflexible consistía en expulsar a cualquiera de sus hijos a la más mínima provocación, sin derecho a juicio.
Pasarse un alto, llegar tarde al trabajo, decir una mentira piadosa a la mujer, eran razones sobradas para el exilio.
En el desierto los desterrados vivían cada uno a su manera, sin más ley que la de su fuerza y la que le permitieran sus vecinos, al principio distantes cada uno.
Conforme los nómades rebeldes comenzaron a aumentar, las vecindades se fueron estrechando, generando con ello más caos y anarquía.
El aprendiz de novelista detalla en cada capítulo las crueldades de los dos mundo: el de los civilizados que van menguando en cada página, y el de los inadaptados que se multiplican como conejos.
Al llegar al capítulo final, el aprendiz de novelista es aprehendido y echado a una mazmorra.
Sin saber cuántos días o meses transcurre encerrado, es finalmente liberado. Sus ojos tardan en acostumbrarse a la luz enceguecedora del desierto.
De golpe se da cuenta que ha sido desterrado para siempre del mundo que creía suyo.
Los rostros bestiales y los gritos salvajes de sus vecinos no lo dejan pensar más.
miércoles, 26 de septiembre de 2012
Pensar el Festival Ceiba
Uno dice Cervantino y piensa en Guanajuato. Uno dice libro y piensa en la FIL de Guadalajara o Minería. Uno dice festival de cine y piensa en Morelia. ¿Qué piensan ustedes cuando se dice Festival Cultural Ceiba? Hago una aclaración: no estoy en contra de que se cancele un festival. Es mejor que exista, a que no lo haya. ¿Por qué? Estos eventos son importantes porque cultivan un público y alcanzan a gente que de otro modo no podría tener una experiencia artística, además, claro, de entretener.
Lo que sostengo es que el Ceiba debe revisarse a fondo, porque carece de un concepto y su sucesión de eventos (este año serán más de 90, con 19 países invitados) lo hacen monstruoso, es decir, inabarcable para el espectador, e innecesariamente grandilocuente en un estado donde hay carencias abrumadoras -no sólo económicas o sociales, sino de acceso a la diversión, que es un derecho humano para todos.
¿Habrá alguien que se haya chutado todos el programa? Conozco gente que vive bien y nunca ha ido a uno de los eventos. Y tengo uno o dos conocidos (periodistas) que, en las cinco versiones anteriores, han ido apenas a uno o dos eventos. No se vayan con la finta de que se han sentado en la butaca del Esperanza Iris a ver una obra de teatro. Si han ido es para disfrutar de un concierto de Alex Sintek. Sospecho que no son casos excepcionales.
En 15 día, en esta sexta versión, se gastarán 40 millones de pesos. Suponiendo que toda la población de Villahermosa, que según datos del INEGI en 2005, era de unos 558, 524 habitantes, asistiera a uno de dichos eventos, el costo por habitante de disfrutar de un evento del Ceiba sería de 71 pesos. No está mal si se trata de ir a ver a Sintek.
Lo cierto es que el Ceiba llega a su sexta versión sin salir de Villahermosa, sin haber adquirido presencia e identidad entre los festivales nacionales, por no decir a nivel regional o fuera del municipio de Centro.
¿No sería éste un buen escaparate para los artesanos, los escritores, los pintores, los teatreros, los músicos, los danzantes locales?
¡Ah, pero padecemos como todos los estados, de "festivalitis"! Así tenemos un Encuentro Iberoamericano de Escritores, para los escritores, un Festival Nacional de Danza Folklórica para los danzantes, un Festival Internacional de Marimbistas para los marimbistas, un Festival Internacional de Danza, para los bailarines internacionales. Un estado que ama las artes, pues.
Hay un festival que a mi juicio debe ampliarse y extenderse en todos los sentidos, el dedicado al chocolate.
A diferencia de que el Ceiba se hace con eventos de aqui y allá de otros festivales nacionales (para ahorrar dinero, alguna vez dijo su directora, la maestra Norma Cárdenas Zurita), el Festival del Chocolate nació hace tres años, en 2010, con el impulso inicial de sectores sociales (empresarios cacaoteros, hoteleros, artistas, turismo).
Para ello diseñaron una sustento teórico que dio identidad al evento, para nada improvisado, pues el cacao tiene una influencia de miles de años en el desarrollo económico, social y cultural de los pueblos Mesoamericanos asentados en esta región; los olmecas, los mayas, los chontales, los zoques, los choles, los tzetzales, entre muchos.
Al involucrarse a los actores sociales, se ha dado viabilidad y sustentabilidad al evento, que no es ni caro ni grandilocuente.
Quizá el problema de todo nace de los organizadores. Cuándo no entienden cuál es la diferencia entre un festival y una feria, acaban confundiendo todo (crear público, promover el arte e incentivar el desarrollo económico local).
Los dos eventos divierten (una feria y un festival), pero estos últimos refuerzan la identidad y el sentido de comunidad, algo que quienes organizan no conocen porque ven el arte como un adorno, un lujo para conocedores, un motivo para pasearse en otro sitio que no sea Altabrisa.
domingo, 19 de agosto de 2012
Villon y los primodelincuentes
Atrapados en un laberinto sin salida, tanto el delincuente como la víctima acaban siendo acorralados y chupados por ese monstruo mitad bestia, mitad hombre, representado en jueces que no hacen justicia, en abogados leguleyos que enredan y tuercen los códigos civiles y penales, en los policías con placa para extorsionar en ese apando asfixiante y en el hampa criminal que aun dentro de muros controla las cárceles, los guardias penitenciarios, los directivos cancerveros y sus compiches socios jueces y gobernantes.
La frase del poeta y peregrino Lanza del Vasto retumba certera y actual: "La violencia como respuesta a la violencia genera una doble violencia, por lo que nunca será la solución". Como ha ocurrido en ciudades como Tijuana, Juárez, Morelia y Veracruz.
martes, 26 de junio de 2012
Votar sin miedo, contra el miedo
miércoles, 20 de junio de 2012
Wilcock y la distropía
La vida rocambolesca de Rosemblum puede seguirse en el libro de Wilcock titulado La sinagoga de los iconoclastas, junto a otras 30 biografías imaginarias de singulares personajes.
Nada tan lejos de Rosemblum que convertirse en otro Rousseau o un nuevo Tocquevillle.
Lo que este visionario del revés desea es devolver a la humanidad a la que considera fue su Epoca de Oro, el periodo Isabelino que, entre otros alardes, dio a Shakespeare.
Se propone: “Abolir el carbón, las máquinas, los motores, la luz eléctrica, el maíz, el petróleo, el cinematógrafo, las carreteras asfaltadas, los periódicos, los Estados Unidos, los aviones, el voto, el gas, los papagayos, las motocicletas, los Derechos del Hombre, los tomates, los buques de vapor, la industria siderúrgica, la industria farmacéutica, Newton y la gravitación, Milton y Dickens, los pavos, la cirugía, los trenes, el aluminio, los museos, las anilinas, el guano, el celuloide, Bélgica, la dinamita, los fines de semana, el siglo XVII, el siglo XVIII, el siglo XIX y el siglo XX, la enseñanza obligatoria, los puentes de hierro, el tranvía, la artillería ligera, los desinfectantes, el café. El tabaco podía permanecer, dado que Raleigh fumaba.
Wilcock se burla de los movimientos utopistas que nacieron en el seno de la ciudad para transformarla y acabaron traicionándola, convirtiéndola en una pesadilla distrópica.
Un peligro del que no salen bien librados los reformadores, políticos, estadistas, gobernadores, aspirantes a puestos de elección popular, pioneros, delegados, comandantes revolucionarios, líderes sindicales y párrocos de todos los tiempos.
Llámense estos Alejandro Magno, Julio César, Miguel Hidalgo, Porfirio Díaz, Tomás Garrido Canal, Carlos Alberto Madrazo, Carlos Salinas de Gortari, por citar viejas leyendas que ya no causan tantos resquemores.
Wilckok sólo corta unas ramitas para este magistral volumen.
miércoles, 30 de mayo de 2012
Calvino y la ciudad deseada
lunes, 9 de abril de 2012
Un diario de viaje de Josefina Vicens
A 100 años del nacimiento de la escritora tabasqueña Josefina Vicens (1911-1988), surgen nuevos hallazgos sobre su legado, como un diario de viajes hasta ahora inédito.
El descubrimiento de estos apuntes personales es oro puro para los estudiosos de las letras mexicanas y los miles de lectores de la tabasqueña. ¿Por qué? Porque provienen de una autora que escribió sus dos grandes novelas, El libro vacío (1958) y Los años falsos (1982), a cuentas gotas.
La narradora Aline Peterson, sobrina política de “La peque”-apodo con que sus amigos del grupo literario Contemporáneos aludían a su baja estatura- recuerda que su tía siempre se sintió “ajena a la palabra barroca, una parquedad que tampoco le impidió admirar a Virginia Woolf y Marcel Proust, de prosas tan farragosas”.
No es una declaración sin fundamento: entre las dos novelas de su tía política media un periodo de casi un cuarto de siglo.
“En los últimos años de su vida, precisó de una persona que le leyera a causa de una ceguera progresiva. Aunque nunca hablaba de su trabajo literario, jamás soslayó su amoroso cuidado por las palabras hasta el grado de publicar más que dos novelas. Era muy rigurosa con sus lecturas narrativas y de dramaturgia, lo mismo que para comentarlas”.
La fascinación de Vicens por la literatura francesa, aunque ella misma no hablara francés, arroja luz sobre la brevedad de su prosa.
“Al morir le estaban leyendo a una pensadora de la Segunda Guerra Mundial, Simon Weil... En fin que había un interés muy amplio por los escritores franceses, completamente por Simon de Beauvoir y Jean Paul Sastré, escritores que no se quedaban nada más en la superficie de las cosas”.
Freija Cervantes, editora de la Universidad Autónoma Metropolitana, evoca la prueba más contundente de la obsesión de “La peque” por la economía de las palabras.
"El libro vacío apareció dentro de un vasto catálogo no sólo de lo mejor de la literatura mexicana, sino universal. Pero la tarea fue ardua: el editor don Rafael Jiménez Siles se negó a seguirle imprimiendo más pruebas de corrección, ella se las arregló para convencer al encargado de galeras y llevarle cada mañana a la imprenta las observaciones y recoger las nuevas planas. Finalmente aquel anciano también se desesperó y dio un sabio consejo a la impaciente narradora: Me gusta su libro, pero ya no lo corrija más, se le va a secar".
El especialista en cine, Daniel González Dueñas, quien fue invitado a participar en el coloquio internacional que en noviembre pasado organizaron la Universidad Nacional Autónoma de México, la Universidad Iberoamericana, la Universidad Autónoma Metropolitana y el Claustro de Sor Juana, matiza la alabada parquedad literaria de Vicens, comparada incluso por muchos críticos con la de quien fuera su amigo, Juan Rulfo -otro maestro de la brevedad.
“Vicens trabajó como Oficial Mayor del Sindicato de Trabajadores de la Producción Cinematográfica (STPC), donde de inmediato se hizo amiga de directores, escritores, guionistas y actores de cine, no le costó mucho trabajo porque era una persona entrañable que se hacía querer fácilmente; luego, viendo y escuchando, aprendió a escribir guiones, a construir personajes, que es otra manera de volver a contar historias”.
La nacida en San Juan Bautista a principios del siglo pasado aprendió tan bien que llegó a ser maestra de guionismo en el Centro de Capacitación Cinematográfica y presidió la comisión que entrega los premios Arieles.
González Dueñas, coautor de un libro dedicado a la novelista tabasqueña, recuerda que “La peque” le confesó su propensión innata a imaginar historias a partir de las lápidas de los cementerios, por eso desde chica se volvió una flanneur de los camposantos.
“Su capacidad de escuchar no sólo la hacía ganar oyentes, toda ese contacto humano que la rodeaba se volvió sinónimo de narrar y describir”.
A pesar de los 20 guiones que se filmaron, de los cuales Las señoritas Vivanco y Los perros de Dios fueron éxitos en taquilla, Vicens distinguió “entre el trabajo por encargo de guiones que le daban para comer, de su escritura personal, lo que no quiere decir que no fuera altamente profesional en su elaboración: eran buenísimos, tenían una escritura dramática perfecta porque ella poseía una gran intuición para las estructuras, incluso se sentía satisfecha de esos trabajos”.
La teoría de Dueñas es que el guión de Los perros de Dios, originalmente llamado Ayudando a Dios, habría podido ser su tercera novela.
“Es tan personal, tan íntimo para ella, fue el que más le gustó de todos los que escribió -se calcula que creó alrededor de 60 manuscritos-. Vicens reconocía ese guión como una obra propia, a pesar de que no estuvo conforme con la dirección de Francisco Del Villar”.
La cinta fue protagonizada por Helena Rojo, Meche Carreño, Gloria Marín y Tito Junco. A diferencia de los personajes femeninos de sus novelas que apenas son sombras de sí mismos, en sus cintas las mujeres ocupan el lugar central: son rebeldes, transgresoras, pícaras y dicharacheras.
Su agudeza para los diálogos sabrosos e incisivos dibujaron una comedia de caracteres costumbristas que rayaba en un humor negro desternillante. No fue la única escritora interesada en el cinematógrafo como fuente de creación: Alfonso Reyes, Juan de la Cabada, José Revueltas, se sintieron también atraídos por este nuevo lenguaje.
¿Con qué figura de mujer se sentía más cercana La peque: con las transgresoras de sus guiones o con las sumisas de sus novelas?
Para su época, vestir con pantalones de hombre, tocando guitarra o fumando puros, no era lo que se esperaba de un señorita. Además, ella siempre andaba acompañada de amigos tan versátiles como el cineasta Luis Buñuel, la deslumbrante actriz Raquel Olmedo, el pintor Juan Soriano, los poetas Octavio Paz y Xavier Villaurrutia o las escritoras Elena Garro y Rosario Castellanos.
La cinta de Las señoritas Vivanco retrata perfectamente esa sociedad conservadora que guarda las apariencias mientras palpita en su fondo un río de historias soterradas, a veces contrarias a la moral dominante. Con argumento de Elena Garro y Juan de la Cabada, Vicens construye diálogos magistrales donde el equívoco cumple su función clásica de decir verdades secretas u ocultas.
Don Esteban, el viejo que esconde el motivo de su soltería, se apoya en una mentira que urden Hortensia y Teresa, para justificar el préstamo salvador que les hace. Les dice que ha visto al sobrino siempre ausente (por inventado) de las Vivanco, Ernestito, en el Gamberros, ¡un sitio donde se bebe trago!, en Ciudad de México.
“-Pero ni lo conoce, ¿cómo fue que lo encontró?”
“-Yo tengo mis mañas”
Lo que viene es un juego de espejos donde la verdad sale a flote, y las apariencias se desvanecen:
"-Y ¿dónde lo vio?
"-En el Gamberros, con unos tipos.
"-¿Y allí fue... dónde? ¿En pleno restaurante?
"-No, no, después me llevó a su casa, me invitó a una copa...
"-Ajá, entiendo, de allí era la cristalería, ¿no?
"-No, no, esa es de otra parte.
"-Anda, pues no perdió el tiempo. ¿No se puso nervioso a la hora de la hora?
"-No, Teresita, eso se hace con aplomo o no se hace.
"-¡Claro! Es la única forma. ¿Y usted piensa ir a México con frecuencia?
"-Pues ya ven ustedes que uo no voy muy seguido, sólo cuando es necesario.
"-Pues nosotras igual, jajaja..."
A las hermanas Vivanco como a Don Esteban los subterfugios les sirven para escapar de los suyos, asumir sus propias identidades sin confrontar ni romper con la tradición que impone el orden preestablecido: la familia o la clase social.
Josefina era un poco así. Peterson, que la trató en los últimos años, dice que su voz era grave, pero muy pocas ocasiones emotiva. “A veces no era discreta sino iracunda”.
Esta manera de ser explica su distanciamiento familiar con sus parientes tabasqueños. “La peque sostuvo una relación distante con sus parientes de Tabasco, porque provenía de una familia conservadora y ella tenías otros intereses en la vida”.
En Ciudad de México se mantuvo ocupada en sus clases de guionismo, sus crónicas de toros, sus intervenciones a favor de los campesinos en las oficinas de la Reforma Agraria, donde trabajaba, en el sindicato cinematográfico. “No estaba dispuesta a prescindir de nada porque no era una persona que se arrendara por las dificultades”, agrega Peterson.
Por eso trató con políticos, con artistas, con campesinos, con toreros, con todo escritor que tuvo éxito en esa época, incluso con noveles autores posteriores a su generación.
Con todas esas agotadoras jornadas, la revelación de unos cuadernos de viaje de "La Peque" resulta todo un acontecimiento literario.
“Son partes de un diario personal de viaje que ella escribió todas las noches para una persona a la que quería compartir sus vivencias, sus sensaciones y sus pensamientos”, explica Bucki Pérez Rubio, hija de don Luis Pérez Rubio, a quien Vicens dedicó esas páginas.
Se trata de un clásico diario de viajes de los que se vendían en las tiendas de los aeropuertos, cerrado y con una llave para salvaguardar el contenido de las hojas que se iban llenando. “A su regreso, Josefina lo entregó directamente a mi padre, a quien veía como un gran hermano”.
La relación de La peque con don Luis Pérez Rubio se debía “al cariño entrañable" que ella tenía con las hermanas de éste.
Vicens se había casado a temprana edad con José Ferrer, pero el matrimonio habría durado muy poco. “No se divorciaron nunca porque mi tío, don José, siempre llegaba tarde a la oficina del Registro Civil u olvidaba la fecha de la cita”, detalla Aline quien firma el prólogo de la nueva reedición de las dos novelas publicadas por el Fondo de Cultura Económica con una bella tapa del pintor José Luis Cuevas.
Las observaciones de Vicens a su paso por las ciudades europeas que visitó son las que corresponden a una narradora de palabras precisas y certeras. Como todo viaje, también posibilitó un recorrido hacia la nuez interior de sí misma.
“Además de vagabunda, soy una sentimental entrañable”, admite en el puñado de hojas que escribió, fragmentarias, con comentarios puntuales de las ciudades que visitó: toda Normandía bajando hasta Carcason, luego a Roma, Florencia y Venecia para culminar en la península Griega, en Delfos y Rodas, antes de regresar a París.
Otro paisano suyo -Jose Carlos Becerra Ramos- emprendería un viaje semejante, pero sin llegar a su destino final, las costas del Mar Egeo.
Pese a que muy probablemente Vicens redactó esas impresiones “muy frescas, en cada noche mientras viajaba”, como supone Bucki Pérez Rubio, la libreta de tapas gruesas no se llenó.
Ahora la posibilidad de un edición para estas notas está en la mesa. “Es algo familiar y tendríamos que ver si realmente se comparte todo. Que no tuviera nada personal sino simplemente sus impresiones de viaje. El interés público radica en que se muestra cómo ella veía y disfrutaba los viajes”, dice la actual propietaria del diario.
Por su parte, Samuel Gordon, organizador del coloquio internacional a la tabasqueña, que logró juntar no sólo a académicos e investigadores literarios, sino a los traductores de "La peque" al inglés e italiano, se muestra complacido con los resultados.
“Uno viene a estos eventos para desenterrar tesoros, como decía Alfonso Reyes, entre todos lo sabemos todo, por eso la importancia de reunirse. Y vamos a publicar los libros del Coloquio, varios discos con sus películas para que vayan al final de ese libro y este breve diario para empezar a ver a Vicens de otra manera”, vaticina.
Foto: Aline Peterson lee su ponencia en el auditorio del Instituto de Investigaciones Estéticas, de la Universidad Nacional Autónoma de México, durante el coloquio dedicado a la escritora Josefina Vicens, en noviembre pasado. La acompaña el maestro Samuel Gordon, organizador del encuentro internacional.
domingo, 1 de abril de 2012
miércoles, 14 de marzo de 2012
A deshoras
Habría que medir la calidad de vida de una ciudad por el número de enfermedades venéreas de sus habitantes.